Ecopsicologia
ecologia espiritual


Sobre
«el árbol del conocimiento
del bien y del mal»
(conferencia)

En el esquema para el estudio del Absoluto*, están presentadas las «ventanas» o las «puertas» a «otros mundos».

En ese mismo esquema también podemos ver que el Creador forma las almas en el paraíso*, aunque en este caso no se trata todavía de las almas humanas, sino de sus «embriones», que se encarnan primero en los cuerpos vegetales y luego en los cuerpos animales.

Encarnándose y desarrollándose en el mundo de la materia, algunas almas, usando correctamente su libre albedrío*, mantienen su pureza original evitando la contaminación energética que proviene de las emociones negativas.

En cambio, otras almas «se apegan» a diversos objetos materiales (incluyendo sus propios cuerpos) y se enamoran de éstos. De allí, de estos apegos, nacen el egocentrismo y la enemistad hacia otros seres encarnados que son percibidos como competidores, por ejemplo, por la comida, por los bienes de lujo, por los objetos de lujuria sexual. A parte de esto, algunas personas incluso se arrogan el derecho de matar a los animales para satisfacer su gula.

Tal elección entre el bien y el mal puede ser representada esquemáticamente como una ramificación, parecida a aquellas que existen en las ramas de un árbol. La elección, por parte del ser humano, del mal es lo que la Biblia describe como su «caída».

Y luego Dios sigue proponiendo constantemente a cada alma escoger, en las situaciones éticamente significantes, una de las dos opciones: obrar para uno mismo en perjuicio de otros o sacrificarse y sacrificar algo suyo por los demás, es decir, hacer el mal o el bien.

De esta manera se traza la gráfica del movimiento evolutivo de cada alma que tiene muchas ramificaciones en las cuales siempre se escoge una dirección de las dos ofrecidas. De allí surge la imagen del árbol.

Como resultado del movimiento a lo largo de estas trayectorias, algunas almas llegan a la Morada del Creador, mientras que otras, al infierno que ellas han escogido.

Con todo, existe otra posibilidad de interpretar la leyenda sobre el «árbol del conocimiento del bien y del mal». Esta interpretación es también correcta y complementa la primera explicación:

A saber, el error de las personas consistió en que ellas se olvidaron de que todo lo que viene a nuestros destinos es controlado por Dios y, en este sentido, el bien y el mal son iguales. Pues lo uno y lo otro son las manifestaciones de las medidas educativas de nuestro amado y sabio Padre. Por lo tanto, debemos considerar todo lo que llega a nosotros como un bien procedente de Él.

De esta manera, al encontrarnos con el mal, debemos tratar de entender la intención de Dios en este caso. Y después de comprenderla, es decir, después de encontrar dentro de uno mismo la causa de este mal, debemos corregirnos y llegar a ser mejores.

Las reacciones incorrectas pueden consistir, por ejemplo, en el intento de vengarse del ofensor olvidándose de que existe Dios, el Administrador de nuestros destinos.

En algunos movimientos religiosos, que eran primitivos originalmente o que degeneraron hasta el primitivismo, para explicar la causa del mal, se inventó un «adversario» casi igual a Dios, llamado Satanás o Lucifer, entre otros nombres. Tales conceptos primitivos pueden aparecer allí donde el universal e infinito Dios es representado como un viejito que vuela y que pasea en una nubecita.

¡Es muy importante tener el entendimiento correcto en las situaciones en las cuales nos encontramos con el mal! Pues uno de los mecanismos de la autotransformación es la SINTONIZACIÓN de la conciencia con el estado de otro objeto. A través de esta sintonización, uno puede cambiar para bien o para mal.

¡Por ejemplo, si nos sintonizamos con la belleza del sol naciente y con las canciones de los pajaritos matutinos durante una mañana silenciosa y tierna, nos llenamos de la sutileza y armonía de la naturaleza!

Si buscamos al Creador y tratamos de sintonizarnos con Él, nos acercamos a Él. ¡Y Él nos ayuda en este proceso!

En cambio, si «clavamos» nuestros indriyas de la conciencia en una u otra persona malvada, encarnada o no encarnada, entonces nos sintonizamos involuntariamente con su estado, un estado infernal, y así nos volvemos como esta persona según nuestro estado emocional. Y si dejamos el cuerpo sin haber podido corregirnos, entonces marcharemos tras de esta persona al infierno.

Por eso Jesús el Cristo nos prescribió no vengarnos, no maldecir a los ofensores, sino perdonarles sinceramente compadeciéndonos de ellos. ¡Y al que tomó lo que es tuyo, no se lo reclames, es más, da al salteador más de lo que quiere llevar! ¡Es mejor hacer todo esto que perder el estado de amor!

Yo mismo fui engañado y traicionado muchas veces. Ciertas personas infernales incluso intentaron asesinarme, por lo que permanecí en una dolorosa agonía durante meses. Sin embargo, me mantuve como un cristiano, es decir, no me vengué de ellos ni me sintonicé con ellos. ¡En vez de esto, seguí buscando la Unión con el Creador y obtuve la Victoria! ¡De esta manera ayudé a muchos! ¡Y ayudaré a muchos más!

¡Actúen así ustedes también y vencerán!