Ecopsicologia
ecologia espiritual


Amor hacia la naturaleza

Es esencial comunicarse con la naturaleza viviente, porque allí, en medio de los bosques u otros lugares naturales, podemos «abrirnos» y «exponernos» a Dios y así Él puede enseñarnos de una mejor manera, lo que Él Mismo afirma: «¡Busquen Mis indicaciones en los bosques!» [34: Hojas del jardín de Moria I. La llamada]. Además, en la naturaleza podemos expandirnos como conciencias en la armonía del ambiente en vez de permanecer en la ciudad en los chakras de la cabeza, «alimentándonos» solamente con la información sobre las pasiones humanas y ensuciándonos con la energía de sus emociones negativas.

No obstante, los centros culturales de las ciudades también son necesarios, porque nos dan acceso a las bibliotecas y las diversas posibilidades para el desarrollo intelectual. Además, aquí es más fácil encontrar personas de ideas afines y compañeros del Camino espiritual.

También es beneficioso exponer nuestros cuerpos a la luz solar, especialmente durante la mañana cuando es particularmente tierna. Esta luz existe no solamente en el plano material, sino que también penetra en otras dimensiones sutilísimas dentro de nuestros organismos multidimensionales, vivificándolos y llenándolos de su poder puro.

Para las personas que viven en las latitudes norteñas, donde el invierno es muy largo y hay poco sol, sería bueno tener «soles artificiales», lámparas de cuarzo*, y exponerse periódicamente a la radiación ultravioleta en casa. Además, es un remedio excelente contra diversas enfermedades. Por ejemplo, el resfriado se cura fácilmente con radiación ultravioleta si uno la aplica al aparecer los primeros síntomas de la enfermedad. También se puede curar la tos haciendo unas suaves quemaduras con la lámpara de cuarzo en el pecho y en la espalda, en los mismos lugares donde normalmente se ponen los sinapismos.

El verano y el otoño* es el tiempo para la recolección de los hongos y las bayas, productos muy importantes para la nutrición pura.

Y sea cual sea la estación, podemos practicar la meditación en los sitios de poder especiales, las zonas energéticamente importantes para el ser humano. Estos sitios son muy diversos y pueden usarse para la curación, para el desarrollo de una u otra estructura del organismo multidimensional, para la comunicación con Dios, para la refinación de la conciencia, para el aumento del poder psicoenergético, para la disolución del «yo» individual en Dios y para la Unión con Él.

La naturaleza nos da más armonía y éxtasis durante las mañanas primaverales, cuando las aves empiezan a cantar antes del amanecer y todo el espacio se llena con la energía de su amor. La sintonización con su estado nos acerca a Dios y nos ayuda a refinar las conciencias.

En cambio, aquellos a los que les gusta dormir hasta tarde, que justificaron para sí este «derecho» con el término «búho», tienen muchas menos posibilidades para el avance espiritual.

Las puestas primaverales del sol también nos regalan una riqueza de impresiones sutilísimas. A estas horas, los pájaros cantan en un ambiente saturado de la gran ARMONÍA y TRANQUILIDAD. La energía de la conciencia «se sale» del cuerpo por sí misma, llena el bosque, impregnado de éxtasis, y se une con él. Así una conciencia obtiene cada vez más agilidad y fluidez, fortaleciéndose al mismo tiempo en la armonía y la pureza.

No obstante, en cualquier otra estación del año, y no sólo en la primavera, uno puede pasar algún tiempo en el bosque o cerca del agua y evocar las salidas y puestas primaverales del sol, ¡importantes para aquellos que aprendieron a experimentar la primavera en toda su plenitud!

La naturaleza es, entre otras cosas, la diversidad de los seres vivos que, en comparación con la mayoría de las personas, son normalmente mucho más sutiles como almas y llevan dentro de sí una tranquilidad más profunda. Una persona ordinaria moderna tiene que recorrer un largo camino para alcanzar su nivel de TRANQUILIDAD y de AMOR. Y sólo después podrá ser considerada como una persona espiritual.

Únicamente en las condiciones de paisajes naturales abiertos, y no en las «cajas» de los departamentos ni en los «corredores» de las calles, es posible expandir la conciencia refinada, haciéndola cada vez más grande.

Les recuerdo que las emociones son los estados de la conciencia y que nosotros mismos somos conciencias. Por lo tanto, cuán lejos o cerca estamos del Creador depende de las emociones que experimentamos.

Dios en el Aspecto del Creador es la sutileza máxima, la energía más sutil de la conciencia. ¿Nos queda claro ahora cómo debemos desarrollar la esfera emocional?

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Pocas personas han estado alguna vez en el lugar del cortejo sexual de los gallos lira, cuando, antes del amanecer, todo está sumergido en una neblina en la cual suenan los cantos agudos y exaltados de estas aves grandes, bellas y apasionadas. Y los que han estado, en su mayoría, cortaron estos cantos de amor con los disparos, con dolor, sangre y muerte, disfrutando de todo esto con la voluptuosidad de los asesinos sádicos.

Educados en tradiciones en las cuales uno tiene «derecho» a matar animales, desprovistos de cualquier convicción interior que les impida causar sufrimiento a otros seres a su antojo, muchos ateos, así como muchos miembros de sectas masivas en diferentes países, pasan fácilmente a las matanzas de personas.

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Durante las noches primaverales, sobre los claros y sobre los linderos del bosque, por los bordes de los cuerpos de agua cubiertos de arbustos, vuelan suavemente las becadas machos. Su canto, que consta de «gruñidos» lindos y tiernos, nos trae las olas del amor de estas bellas aves y emociona el alma. Mientras tanto en los arbustos, sobre los cuales vuelan los machos, se esconden las hembras escogiendo al que canta mejor. ¡Éste! Ella levanta el vuelo y se muestra. Él, en su pasión-amor de ave, la sigue. Y luego ellos pasan juntos la noche en algún arbusto. Después se separan, «aburridos» el uno del otro, y al amanecer, buscan nuevas aventuras, nuevos amigos…

La belleza enigmática del canto del zarapito real, el «balido celeste» de la agachadiza común que canta en la altura vibrando con las plumas de su cola, las canciones de los petirrojos y de los zorzales, el croar de las ranas en los charcos durante toda la noche, el «chapoteo» de los peces entre los carrizos, el aroma de una hoguera, el bañarse en un lago del bosque con los primeros rayos del sol, el vapor que empieza a elevarse de los cuerpos desnudos, mojados y dichosos, la exaltación de las almas colmadas de júbilo y de amor hacia Dios y hacia todo lo viviente, ¡esta es la base emocional que Dios quiere ver en nosotros para que podamos desarrollarnos más rápida y eficazmente en el Camino hacia Él!

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Las plantas también son seres vivos. Dentro de sus cuerpos, así como dentro de los nuestros, viven las almas. Normalmente, son las almas que se encuentran en la etapa «vegetal» o embrionaria de su desarrollo. Sin embargo, conozco a varios árboles-personas. ¿Quiénes son? Son almas humanas grandes, fuertes y desarrolladas que no adquirieron la Tranquilidad necesaria durante sus vidas pasadas en los cuerpos humanos y para ayudarles a transformarse, para que se calmen, se tranquilicen durante centenares de años de vida «vegetal», Dios las encarnó en árboles.

Es posible comunicarse fácilmente con estas personas-árboles por medio de emociones e incluso pensamientos. Ellas «se apegan» fuertemente a las personas que pueden entenderlas y se ponen tristes si no las visitas. Y cuando las visitas, te reciben con alegría, a veces mezclada con dolor…

¿Qué es la tranquilidad? ¿La ociosidad? ¿El estilo de vida perezoso? ¿La indolencia soñolienta? ¡No! La tranquilidad es la ausencia de la agitación emocional y del alboroto de los pensamientos. En el estado de tranquilidad, uno puede trabajar física, mental y meditativamente durante mucho tiempo y con rapidez. También la tranquilidad es la «compañera» del vigor y permite, entre otras cosas, no malgastar la energía. Cualquier trabajo realizado en tranquilidad es mucho más eficaz. Pero lo más importante que nos proporciona la tranquilidad es la posibilidad de mantener la conexión con Dios y ser guiados por Él, lo que, a su vez, nos permite evitar muchos errores. Es más, en el estado de tranquilidad, podemos «arraigarnos» gradualmente en Dios. En otras palabras, la tranquilidad contribuye a la evolución positiva de una persona, mientras que la agitación refuerza su separación de Dios y estimula el crecimiento de su «yo» inferior. La agitación es el freno del progreso.

Las demás plantas también son capaces de percibir las emociones de las personas. Esto fue demostrado por los científicos de diferentes países en experimentos durante los cuales las plantas cambiaban sus características eléctricas en respuesta a las emociones humanas (ver con más detalles en [9]).

Una vez, después de ser vegetariano ya por muchos años, tuve ocasión de trabajar en la administración forestal en las talas selectivas del bosque. Al principio, consideraba este trabajo como una actividad útil y hasta con gusto cortaba las plantas «excesivas» para dar más espacio a las otras. Sin embargo, desde el momento en que obtuve más perceptibilidad, ya no pude tolerar el dolor de estos seres cortados por mi hacha y dejé rápidamente aquel trabajo.

Es cierto que no podemos vivir sin alimentarnos con las plantas. Sus cuerpos son usados inevitablemente para la construcción y para leña. Y en este caso, no tiene sentido esperar hasta que el árbol envejezca, se caiga y empiece a pudrirse; por eso, se cortan los árboles «maduros».

Con todo, no debemos matar o causar daño a las plantas en vano. No debemos, por ejemplo, clavar por diversión un hacha o un cuchillo en algún árbol, no debemos cortar las ramas vivas sin necesidad extrema, no debemos coger y tirar «mecánicamente» las hojas, las hierbas y las flores. Tampoco debemos tener una actitud desconsiderada hacia la comida. Pues ésta fue hecha de seres vivos que murieron por nuestra causa. Botar la comida —aun cuando para prepararla fueron usadas sólo plantas — es también un crimen de asesinato injustificado.

Así, desde el punto de vista ético, resultan completamente absurdas las matanzas «rituales» de los billones de abetos, de pinos y de otros árboles para la Navidad y el Año Nuevo, así como arrancar o cortar las flores para ponerlas en un florero y después observar con admiración su muerte lenta.

Es importante que usted, el lector, no comience a tratar de memorizar: esto se puede, esto no. El asunto no es aprender como loro algunas «reglas», sino comprender el principio ético de la compasión hacia el dolor ajeno y del respeto hacia la vida ajena.

¡Y aquel que no lo va a entender o aceptar, que no se resienta luego por su propio dolor! ¡Mediante éste Dios nos enseña a comprender el mismo fenómeno del dolor y cuán desagradable esta sensación puede ser! ¡Nos enseña a compadecernos de los demás y a no causarles sufrimiento injustificado!

Es necesario observar el principio de compasión aún más rigurosamente en las relaciones con los animales, porque ellos sienten el dolor con mucho más agudeza en comparación con los organismos vegetales.

Acerca de la necesidad de observar el principio de compasión en el ámbito de la nutrición, así como en otros ámbitos, Dios nos enseña todo el tiempo [10,14,18]. Él es Amor. Por lo tanto, si queremos acercarnos a Él, debemos aceptar el principio del AMOR en su totalidad. Pero ¿qué AMOR puede haber sin la COMPASIÓN? ¡Tal amor no es nada más que una parodia!

Entendamos, amigos, que por más que nos enseñen lo opuesto los «pastores» de diversas sectas religiosas, no progresaremos absolutamente en nuestro desarrollo espiritual sin que aceptemos en su totalidad el principio de COMPASIÓN y sin que nos alimentemos de una forma compasiva, lo que implica excluir de nuestra nutrición los platos hechos con los cuerpos de animales (mamíferos, aves, peces, etc.) por razones éticas, y no por razones egoístas (por ejemplo, para mejorar la propia salud).

Puede haber lecciones de ética relacionadas con las plantas no sólo en el ámbito de la nutrición. Así, las estacas para una tienda de campaña pueden ser hechas con palos secos y duros en vez de utilizar las ramas vivas de las plantas y una hoguera puede ser encendida encima de restos de otra hoguera o encima de un camino vacío en el bosque, y no encima de las plantas vivas…

Tampoco debemos encender hogueras sobre la turba seca si no queremos que se quemen kilómetros de bosque y que miles de las plantas y muchos animales mueran en el fuego. En temporada seca, es peligroso encender hogueras debajo de abetos grandes, porque sus agujas, acumuladas durante años, comienzan a arder lentamente con lo que se queman las raíces del mismo abeto y de otras plantas. También hay que tener cuidado en la primavera, cuando la hierba seca del año pasado se enciende fácilmente. En este caso, en el fuego mueren muchas plantas, insectos, semillas y también se quema la substancia orgánica que podría enriquecer el suelo. Y se ven totalmente absurdos y salvajes los incendios intencionales hechos por diversión, durante los cuales se queman, entre otras cosas, los pajares, las casas y otras construcciones.

En algunos templos las personas cantan que Dios es «tardo para la ira y grande en misericordia». Pero ¿no sería mejor que ellas mismas vivan según el Principio Divino de Amor, inconcebible sin la Compasión hacia todas las personas y hacia todos los otros seres vivos, incluyendo las hormigas, los gusanos y las plantas?