Ecopsicologia
ecologia espiritual


Dios es Amor

Esta sublime fórmula, la clave del conocimiento de Dios, nos fue dada por Jesús el Cristo.

Pero ¿por qué tan pocas personas que se consideran cristianas han podido usar esta verdad para su avance espiritual? ¿Por qué escuchando o leyendo esta fórmula, muchos de los materialistas no se inspiraron a estudiar las Enseñanzas de Jesús?

La causa consiste principalmente en el hecho de que las personas empezaron a alterar estas Enseñanzas ya desde la misma composición del Nuevo Testamento, es decir, algunos siglos después de la Encarnación de su Autor en la Tierra [6].

Así, de las Enseñanzas de Jesús fue retirada esta parte en la cual Él explicaba que el ser humano es una unidad de conciencia que evoluciona y cuyo propósito es asemejarse a Dios Padre y unirse con Él. Además, de Sus prédicas desapareció la descripción de Dios Padre. En cambio, fueron incluidas las irritadas exigencias de Pablo acerca de cómo hay o no hay que vestirse, cuál es el peinado que debemos llevar, etc. También apareció el Apocalipsis desprovisto de amor y de sentido, pero lleno de amenazas y de promesas de mares de sangre y de copas de pus. (Y esto no es solamente la opinión del autor de este libro, sino también de Jesús. Pueden ver en [35]).

Dichas tergiversaciones dieron por resultado que el movimiento masivo llamado «cristianismo», ya desde su mismo principio, dejó de ser una religión del amor, predicado tan vivamente por Jesús el Cristo. Recuerden la inquisición, las batallas entre ortodoxos y católicos, las «cruzadas», las matanzas masivas de «viejos creyentes», los pogromos de los judíos…

Las mentes brillantes de Rusia, tales como Aleksandr Pushkin, Lev Tolstói, Fiódor Dostoyevski, Vladímir Vysotsky y muchos otros, aunque reconocían la existencia de Dios, no aceptaban tal «cristianismo».

La gente «más simple» también tenía preguntas a las cuales la iglesia no lograba dar respuestas razonables. ¿Cómo pueden decir que Dios es Amor si Él prometió estas cosas en el Apocalipsis, si ahora vemos las guerras, la violencia, la crueldad, las enfermedades y los sufrimientos por todas partes? Si Él es todopoderoso, pero permite que sucedan estas cosas, si hay sólo maldad a mi alrededor, si no veo amor en ninguna parte, por más que lo pida, ¡entonces algo anda mal en esta creencia y no necesito tal Dios!

Debemos comprender que el abismo insondable entre las masas de los «cristianos» y Dios, abismo que separa a las personas de Él, que Le contrapone a ellas y que obliga a los creyentes a impetrar de Dios diferentes mercedes para sí en vez de transformarse de acuerdo con Su Voluntad y unirse con Él en el Amor, no fue creado por Él, sino por las personas que tergiversaron Sus Enseñanzas.

En realidad, Dios no está en la lejanía ignota del cielo, sino en la Morada del Creador. La distancia entre ésta y cada uno de nosotros, como dice Jesús, no es mayor que el grosor de una hoja de papel delgado [35].

No obstante, para recorrer esta distancia tan corta, debemos llegar a ser, como Dios es, Amor puro, y no la rabia ni el miedo ni el deseo egoísta.

Las emociones son los estados de la conciencia. Es muy importante entenderlo.

Somos conciencias, energía de conciencia. No somos cuerpos ni mentes.

Y Dios es también una Conciencia, pero incomparablemente más grande que las conciencias humanas.

Para cumplir aquello más importante que Dios quiere, debemos simplemente aprender a permanecer siempre en el estado de amor puro y sutil y nunca salir de éste.

Dios es Amor. Él se compadece de nosotros y todo el tiempo trata de ayudarnos dirigiéndonos por el Camino hacia Él, hacia Su Morada, hacia nuestra felicidad final.

¡No obstante, nosotros no marchamos hacia Él! En vez de esto, peleamos por diversos bienes de «este mundo», nos agotamos con el odio hacia otras personas, porque ellas no se visten o no se cortan el pelo como yo, porque no hacen movimientos rituales religiosos como yo, porque tienen otro color de piel u otra nacionalidad y así por el estilo.

Pero Dios quiere que nos fortalezcamos en el estado de la emoción de amor. ¡Y entonces podremos entrar en Su Morada!