Ecopsicologia
ecologia espiritual


Chakras y meridianos

Los chakras tienen forma de esferas más o menos regulares a excepción del chakra alto sahasrara que está aplanado en el eje vertical y se parece a un disco acostado.

Los chakras no tienen, como a veces los representan, ninguna estructura interna similar a la flor del loto; esto es una fantasía, aunque el ejercicio durante el cual visualizamos por un tiempo una flor en uno o varios chakras e incluso percibimos su aroma sutil es un entrenamiento muy bueno.

Los chakras tampoco tienen dentro de sí una coloración constante y no la deben tener; esto es también una fantasía de moda. Y hay que destacar que los intentos de colorear los chakras según la escala de colores del arco iris causan un daño grave a quien lo hace.

Debemos tratar de limpiar las cavidades de los chakras de todas las inclusiones que sean más densas por su naturaleza energética que la luz blanca tierna con tinte dorado. Esto es el camino hacia el conocimiento del Atman y de Dios. La fijación intencional de otros colores en los chakras los hace funcionar de un modo más grosero, lo que perjudica a los practicantes dificultando para ellos el Camino hacia la Perfección.

Es bueno dejar entrar en los chakras la luz solar matutina y la fragancia de las flores.

Además, el practicante puede invitar a su amado Maestro Divino al chakra anahata (visualizando Su imagen allí), aprender a mirar el mundo con Sus ojos y pedir Sus consejos.

En cierto tiempo, para ayudarme a limpiar el anahata y luego otros chakras, Dios me enseñó una técnica muy eficaz. Es el ejercicio con el tetraedro. Si uno lo complementa con vibraciones sonoras especiales (mantras), específicas para cada chakra, entonces después de un par de meses de entrenamientos, los chakras se convertirán en unas estructuras resplandecientes de ternura y pureza.

El trabajo con el tetraedro, con yidam y con el desarrollo de otros chakras, etc., ya es un nivel serio al cual no deben tener acceso todos los que lo desean.

Y de ningún modo se debe enseñar estos ejercicios a aquellos que no pasaron completamente y para siempre —debido a motivos éticos— a la nutrición «sin matanza» ni a los que no progresan en la refinación de la conciencia.

En caso contrario, estas técnicas no darán el efecto de la refinación y purificación, sino que fijarán y reforzarán la grosería energética, lo que será un camino en la dirección opuesta respecto a Dios.

El trabajo mencionado tampoco es compatible con el consumo de alcohol en cualquiera de sus formas, incluso en forma de kvas*, kumís* o kéfir* industrial. La razón consiste en que las estructuras energéticas sutiles que se forman con este trabajo, al consumir el alcohol, se destruyen fácilmente, lo que provoca graves enfermedades. Por lo tanto, aquellos que empiezan a trabajar con los chakras deben renunciar al alcohol para siempre.

Aparte de esto, dichos entrenamientos aumentan la sensibilidad de los practicantes a las influencias energéticas de otras personas y a la información que los espíritus de bajo nivel de desarrollo pueden transmitir. Por eso existe el peligro de que aquellos que no han madurado todavía intelectual y éticamente no vayan a poder reaccionar de una manera adecuada a estas influencias, especialmente en situaciones de peligro reales o imaginarias.

Ésta es la razón por la que aquellos que no han alcanzado la edad de 20 años no deben realizar tal trabajo ni tampoco es para todos los que la han alcanzado.

Los entrenamientos psicoenergéticos que permiten lograr altos niveles de refinación de la conciencia, lo que, a su vez, produce la sensación de su «desnudez», no deben ser enseñados a todos, sino sólo a los escogidos. El resto de las personas tiene la posibilidad de elevar su potencial ético e intelectual mediante el trabajo espiritual exotérico sobre sí mismo, a saber, a través de obtener nuevos conocimientos, servir a los demás y fortalecer su fe.

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En total hay siete chakras. A veces en la literatura mencionan otro número, lo que sucede por equivocación cuando, por ejemplo, otros órganos energéticos o las estructuras que uno crea en su cuerpo o incluso fuera de éste se califican como chakras.

Existen también conceptos erróneos acerca de su localización. Así, en algunas obras incompetentes, el anahata se halla en el área del abdomen y el manipura, en el área del ombligo.

Pero, en realidad, la localización de los chakras es la siguiente:

Sahasrara es similar a un disco acostado y se encuentra en el área de los hemisferios cerebrales debajo del hueso parietal. Su diámetro es de 12 centímetros y su altura es de 4 aproximadamente.

Ajña es el chakra que se encuentra en el centro de la cabeza. Su localización coincide con las secciones centrales del cerebro.

Vishuddha es el chakra que ocupa la parte inferior del cuello hasta el nivel de las clavículas.

Anahata es el chakra de la sección pectoral del tronco y se encuentra entre las clavículas y el plexo solar.

Manipura es el chakra de la parte superior del abdomen.

Svadhisthana es el chakra de la parte inferior del abdomen.

Muladhara el chakra que se encuentra en la parte baja de la pelvis entre el coxis y el pubis.

El grado de desarrollo de cada chakra coincide con las particularidades psicológicas de cada persona.

Así, un sahasrara desarrollado implica que la persona tiene una facultad destacada para el pensamiento «estratégico», es decir, la facultad de abarcar mentalmente la situación entera, de verla con una «mirada holística», «desde lo alto», lo que le permite ser un director de pensamiento amplio.

Un ajña desarrollado implica la facultad para el pensamiento «táctico», lo que permite a esta persona resolver exitosamente problemas particulares en la ciencia, producción y vida cotidiana.

Un vishuddha desarrollado implica la facultad para la percepción estética. Los buenos pintores, músicos y otros artistas tienen tales vishuddhas.

Un anahata desarrollado implica la facultad para el amor emocional (amor que viene «del corazón» y no «de la mente»).

Un manipura desarrollado implica la facultad de actuar enérgicamente. Sin embargo, la inclinación a las emociones de irritación y a otras manifestaciones de la ira también se observa a menudo en estas personas.

Un svadhisthana desarrollado implica la función reproductiva destacada.

Un muladhara desarrollado implica la estabilidad psíquica en las diversas situaciones cotidianas.

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La siguiente etapa después de la limpieza y el desarrollo de los chakras (hablaremos de este tema con más detalle en los capítulos posteriores) es la purificación de los principales meridianos del organismo: del meridiano central y de los meridianos de la «órbita microcósmica».

Cuando el practicante ha limpiado esta «órbita», puede elevar la energía de sus dos chakras bajos por los canales de la columna vertebral, luego pasarla por los meridianos de la cabeza hacia la parte delantera del cuerpo y bajarla por el meridiano delantero que desciende por la parte frontal del tronco y se parece a una banda amplia. Esto se llama la rotación de la energía por la «órbita microcósmica», ejercicio que da un fuerte efecto emocional positivo y «quema» en el meridiano delantero las energías negativas del organismo contribuyendo de esta manera a su purificación y sanación.

El meridiano central es un canal ancho que tiene el mismo diámetro que los chakras desarrollados en la etapa del raja yoga.

Este meridiano tiene gran importancia, porque permite unir todos los chakras en un solo conjunto y formar con éstos una especie de «columna», un «pasillo» ancho. El trabajo con éste también permite llevar a cabo la «cristalización» de la conciencia dentro del volumen entero del cuerpo en los planos sutiles donde este canal existe.

Además, la limpieza del meridiano central y de sus paredes permite mejorar la salud del cuerpo.

Y en las etapas más altas, esta estructura será necesaria para el trabajo con la Kundalini.

El trabajo con el meridiano central puede ser realizado en los sitios de poder (zonas especiales, energéticamente importantes en la superficie de la Tierra) o con la ayuda directa de un instructor competente.

La siguiente etapa después del trabajo con los meridianos consiste en aprender a salir del propio cuerpo, limpiar el propio «capullo» y llenarlo con la conciencia, lo que permite «cristalizarla» ya dentro del volumen del «capullo».

Después el practicante debe darse cuenta de que su «capullo» está dividido en dos «burbujas de percepción»: una alta y otra baja. La «burbuja» alta incluye los tres chakras altos y la «burbuja» baja, los cuatro bajos.

Desde nuestras «burbujas altas de percepción» percibimos principalmente el mundo de las cosas materiales, mientras que desde las «burbujas» bajas, los mundos no materiales.