Ecopsicologia
ecologia espiritual


Significado de la vida humana

La pregunta sobre el significado de su vida surge necesariamente ante cada persona cuando esta persona, al madurar, pasa de la etapa instintivo-refleja de su desarrollo a la etapa realmente humana, en la cual su intelecto comienza a predominar a la hora de definir su conducta y su estilo de vida.

Con dicha pregunta se atormentaban muchos filósofos. La mayoría de ellos no tenía acceso a la filosofía verdadera de Dios y los conceptos creados por diversas sectas no podían satisfacerles. Como resultado, se llegó hasta tal extremo que la pregunta acerca del significado de la vida fue etiquetada como «pseudopregunta», es decir, una pregunta que, notoriamente, no tiene respuesta. Según este concepto ateo, el ser humano no se distingue fundamentalmente de los animales y el significado objetivo de nuestra existencia en la Tierra consiste en, simplemente, dejar descendencia, continuar el «género humano» y crear diversos bienes materiales para nuestros descendientes. Y si es así, entonces no necesitamos ningún esfuerzo espiritual, ni la ética en las relaciones con otros seres vivos. «¿Qué es nuestra vida? ¡Un juego! La bondad y la maldad son sueños simplemente (…). La labor y la honestidad son cuentos para las mujeres (…)».* Y el suicidio, «cuando el tiempo llegue», será el único acto correcto para una persona digna de respeto.

Pero la verdad es que el significado de la vida existe.

Está en el desarrollo cualitativo y cuantitativo de la conciencia.

El desarrollo cualitativo incluye el perfeccionamiento intelectual y ético, así como la refinación de la conciencia; el cuantitativo, el crecimiento directo de la cantidad de energía de la conciencia que ya fue refinada.

Lo último refleja el así llamado «poder personal» de una persona o la potencia psicoenergética de una conciencia individual que depende de la cantidad de energía acumulada o, en otras palabras, del tamaño del alma.

Dios, según esto, subdivide a las almas humanas en «pequeñas» y «grandes» [9]. Ambos tipos pueden tener diferentes cualidades, positivas o negativas. A las almas «pequeñas» que han desarrollado las cualidades negativas, Dios las llama «demoníacas». Si ellas, adicionalmente, han acumulado «poder personal», entonces son almas diabólicas o diablos. Podemos encontrarnos con ellos tanto en su estado encarnado como no encarnado. En su estado no encarnado estas almas permanecen en el infierno y luego, encarnándose en la Tierra, sufren durante sus encarnaciones «infernales» purgando de este modo su karma negativo (que es el destino creado por ellos mismos). Así podrán conocer por experiencia propia cómo es el dolor que antes habían causado a los demás. Este proceso es realizado por Dios para ayudarles a transformarse, para que sea más fácil para ellos reflexionar sobre su estilo de vida, sobre el significado de la existencia humana, sobre Dios y sobre el Camino hacia Él.

Por el contrario, las personas que se desarrollan correctamente se dirigen con velocidad creciente hacia el amado Creador y sus vidas se llenan cada vez más tanto de felicidad Divina verdadera como del júbilo que surge al conocer Su Amor.

Pero ¿cómo quiere Dios que seamos concretamente?