Ecopsicologia
ecologia espiritual


¿Qué es el hombre?

Para ser precisos debemos partir de la base de que el hombre o la persona, no es un cuerpo sino más bien —la conciencia que le habita— es decir, una energía viva, capaz de ser consciente de sí misma, y de poseer mente y memoria. El cuerpo humano es tan solo una morada temporal para esta conciencia. Además, esta conciencia —durante su evolución individual— habita temporalmente en muchos de estos cuerpos materiales en el tránsito de numerosas vidas.

Por supuesto, los materialistas y quienes representan a las sectas religiosas primitivas de todo tipo son contrarios a esta realidad. Sin embargo, —Dios—, ha repetido este concepto desde siempre a través de por ejemplo: Thoth el Atlante (Hermes Trismegistos), Lao Tze, Krishna, Pitágoras, Gautama Buda, Jesús el Cristo, Babaji de Haidakhan, Sathya Sai Baba, y muchos otros Maestros Divinos y profetas. [Ver 1-4,10,12,14,18-19,24,27,34-35,42-51,60]

Uno puede optar por creer o no en esto. Pero lo cierto es que una conciencia pequeña y débil, «habitando» un cuerpo contaminado y enfermo, ya sea que crea en esto o no, no podrá acceder prontamente a este conocimiento. Más no obstante, si decidiera transitar el Camino espiritual, es decir, si decidiese autodesarrollarse como conciencia —podrá experimentar esto a través de su propia experiencia—.

Es precisamente este proceso de desarrollo de conciencia, tanto cualitativa como cuantitativamente —lo que constituye el sentido de la existencia humana y el de absolutamente todos los seres encarnados—.

Pero ¿para qué todo esto? Para que al crecer en conciencia —lograr la Fusión con Dios— y enriquecerle así con nuestros desarrollos particulares.

Todo lo material que existe en el universo, incluido nuestro planeta y todo lo que hay en él, está destinado precisamente a sostener los cuerpos materiales dentro de los cuales se da el desarrollo de las conciencias particulares, es decir, —de las almas—.

La evolución de cada alma comienza así: en las «redes cristalinas» de los minerales en desarrollo, comienzan los procesos de acumulación y formación de los primeros brotes de energía que anteriormente permanecía difusa (protopurusha)*. Los brotes creados durante este proceso son luego encarnados en estructuras vegetales, más tarde en cuerpos animales y finalmente son llevados a habitar cuerpos humanos. A la par que se dan estos procesos, se da el desarrollo de esta alma particular.

Una vez llegadas a la vida vegetal, las primeras reacciones emocionales y los reflejos motores más simples comienzan a manifestarse. Luego, en la vida animal más evolucionada, sucederá una gran cantidad de experiencias emocionales e incluso a veces la posibilidad de una mente bien desarrollada. Ya llegadas a la etapa humana de evolución, se abre la posibilidad, entre otras cosas, de comprender los principios del desarrollo de la conciencia que consideramos aquí y de participar activamente en este proceso. Desafortunadamente, la mayoría de los humanos no hacen esto debido a la masiva ignorancia filosófica y religiosa que reina en la Tierra.