«Camino Angosto» hacia
la Meta Superior
(conferencia)
Jesús propuso ir hacia el Creador por la «puerta estrecha» y por el «Camino angosto», «porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición» (Mateo 7:13-14).
Pero ¿qué es el «Camino angosto»?
Es el camino del monacato.
Y el monacato consiste en dedicarse totalmente a un solo propósito: al conocimiento del Creador y a la ayuda a los demás en este proceso.
¿Cómo podemos distinguir a un monje de otras personas?
¡Por supuesto, no por sus ropas! ¡Ni tampoco por su nuevo nombre extranjero o antiguo! ¡Ni por la cantidad de reverencias o movimientos similares del cuerpo!
Veamos ¿qué es lo que una persona ordinaria considera como trabajo?
¡Es aquello por lo que se gana el dinero!
En cambio, para un verdadero monje, el trabajo es lo que debe ser hecho y lo que se hace para Dios.
En otras palabras, una persona ordinaria trabaja principalmente para sí misma, mientras que el monje no trabaja para sí (o para un grupo limitado de personas), sino para el bien de todos los demás. Su trabajo está dirigido hacia los demás y el monje lo hace percibiéndose como un participante de la Evolución positiva de la Conciencia Universal.
«¡Sean perfectos, como su Padre Celestial es perfecto!», con estas palabras Jesús el Cristo definió la meta que el monje siempre debe tener en el centro de su atención.
Con todo, para alcanzar esta meta, es preciso conocer tanto la metodología general del perfeccionamiento espiritual como los métodos concretos.
Y sobre esto hablamos en estas conferencias.
Ya hemos discutido que el trabajo espiritual consta de dos etapas principales: la etapa exotérica y la etapa esotérica.
La etapa exotérica, a su vez, contiene dos componentes:
— el estudio y la aceptación total del concepto del Camino propuesto por Dios
— y la autotransformación ética inicial según estas Enseñanzas.
Destaco especialmente que estoy hablando ahora de la transformación ética inicial, ya que en este aspecto del trabajo no es posible hacer todo de una sola vez, por lo que el autoperfeccionamiento ético continúa hasta el final del Camino hacia la Morada del Creador.
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En condiciones normales sucede que una persona —a menudo desde la niñez— se encuentra involucrada en aquel ambiente religioso (o ateo) que predomina en la región donde vive o en aquel que apoyan sus padres. En muchas ocasiones, esta situación resulta ser desfavorable.
Y sólo después de madurar intelectualmente (si es que esto pasa), tal persona empieza a comparar diferentes conceptos religiosos y filosóficos, trata de comprender las causas para estas diferencias y luego llega, mediante tal búsqueda, a la comprensión de la Fuente Primordial.
Solamente a partir de este momento le será posible avanzar por el verdadero «Camino angosto».
No obstante, sólo unos pocos logran encontrar rápidamente las escuelas espirituales sanas, evitando la búsqueda, que en muchos casos es larga y penosa, de la dirección correcta en la que pueden dirigir sus esfuerzos espirituales.
Y luego para aquellos que la encuentran comienza la lucha por el derecho a no ser como la mayoría de los desviados y entregados a los vicios.
En ese punto, muchos se rinden debido a que no pueden aguantar los conflictos y las persecuciones y escogen para sí una vida tranquila común y corriente, como la de todos los demás. Resulta que ellos realmente no querían ir al Creador.
Otros, en cambio, manifiestan un heroísmo digno de admiración y de esta manera se aseguran un destino favorable. Podemos encontrar ejemplos de tal heroísmo entre los primeros cristianos, entre las víctimas de la inquisición, entre los primeros musulmanes y entre los bahaíes y los sijes que empezaron a oponerse a las tergiversaciones del islam.
Yo también tuve que aguantar las persecuciones políticas y las amenazas de represión física por parte de los fanáticos religiosos primitivos. E incluso fui atacado realmente, lo que me permitió obtener la experiencia valiosísima de dos muertes clínicas. Pero me mantuve firme en todas aquellas pruebas y seguí avanzando por el «Camino angosto» logrando de esta manera ayudar a muchas personas dignas (y espero poder ayudar a muchas más).
Mientras que en los escalones exotéricos del Camino, los viajeros son probados por Dios a través de las desgracias materiales y la enemistad de personas incapaces de entenderlas, en los primeros escalones esotéricos son sometidos frecuentemente a pruebas de tipo místico, por ejemplo, a los ataques energéticos de los diablos encarnados o no encarnados. Son las pruebas del miedo místico. Si uno retrocede habiéndose rendido a este miedo, significa que todavía no tiene un amor debidamente desarrollado hacia el Creador.
Pues «en el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor (…). ¡Quien teme no se ha perfeccionado en el amor!» (1 Juan 4:18)
Es posible vencer el miedo uniéndose más firmemente con el Maestro Divino preferido y entendiendo que todas estas dificultades son creadas por Él o Ella para nuestro propio bien y que Él Mismo (o Ella) observa cómo nosotros superamos Sus pruebas.
Así se manifiesta Su Amor Divino. Así, entre otras maneras, el Maestro trata de ayudarnos a llegar a ser Perfectos.
Y sin aprender a vencer las dificultades, esto será imposible.
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Luego los practicantes que anhelan conocer al Creador deben desarrollarse como corazones espirituales que se vuelven cada vez más grandes que los cuerpos materiales. Después deben aprender a trasladarse a los eones sutilísimos del Absoluto multidimensional y establecerse en éstos gradualmente, uno tras otro, hasta la Morada del Creador.
El Creador es el Corazón del Absoluto. Por lo tanto, el proceso del avance espiritual puede ser descrito como el proceso durante el cual el practicante se asemeja gradualmente a Él.
Pensemos otra vez por nosotros mismos en qué consiste esta semejanza Divina.
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Lo ideal sería que toda la estructura del Absoluto sea conocida en la práctica, lo que sólo puede lograrse con un corazón espiritual desarrollado hasta la escala cósmica. Las Almas Grandes, compuestas de la energía de Amor lúcida, transparente y fluida, se desplazan fácilmente dentro del espacio multidimensional usando, entre otros medios, Sus Brazos de la Conciencia.
En la práctica, todo esto se aprende con facilidad en los sitios de poder correspondientes, seleccionados para cada meditación. Es necesario sólo saber cómo hacerlo.
Un practicante espiritual que ha conocido y aprendido a vivir en todos los estratos del Absoluto puede desplazarse libremente a lo largo de toda la escala de la multidimensionalidad y llenar fácilmente todos los eones, desde la frontera con el infierno hasta las Profundidades de la Morada del Creador.
Podemos decir que el practicante se ha establecido en esta Morada si puede brillar desde allí siendo un «Sol de Dios».
Sólo cuando todo lo descrito ha sido aprendido, se puede hablar de la finalización del proceso de Autorrealización espiritual o, lo que es lo mismo, la Realización de Dios, la Iluminación completa, el logro del Nirvana más alto acompañado con el Samadhi superior.
Desde luego, sobre estas complejísimas etapas de autoperfeccionamiento, no podemos hablar en detalle ni en una conferencia ni en las páginas de un libro. Tampoco es posible cumplirlas sin la ayuda de un Maestro Divino. Pues es Él o Ella Quien muestra la «escalera» del «Camino angosto» y explica dónde «poner los pies» y cómo actuar en los espacios universales que el practicante conoce por primera vez.
De esta manera uno llega a ser Dios después de unirse con el Océano Universal del Amor Sutilísimo del Creador. Para este momento, Su energía Kundalini está «desarchivada» y unida con el Creador; Sus chakras —en su forma anterior— ya no existen en el cuerpo, sino que solamente existe el Corazón Espiritual ilimitado en la Morada del Creador. Todo lo mejor, lo más sutil, fue extraído de los dantianes alto y bajo y fue unido con la Conciencia Primordial, mientras que Su cuerpo, conectado con esta Conciencia, sigue viviendo en la Tierra, lo que le permite —de una manera muy fácil— trasmitir el conocimiento del Camino a las demás personas.
A propósito, me pidieron que hable sobre el trabajo con la Kundalini. Así que dediquemos la siguiente charla a este tema.