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Medicina, salud y destino

A menudo diferentes personas tienen actitudes totalmente opuestas hacia la medicina.

Unos confían completamente en ésta, no pueden vivir sin pastillas y, al tener cualquier malestar, llaman al médico y le piden el «certificado de enfermedad». Ellos no quieren esforzarse ni siquiera un poco para llevar un estilo de vida saludable y para sanarse, a pesar de que la mayoría de las enfermedades desparece pronto si uno cambia el tipo de alimentación, deja de fumar y emborracharse y empieza a regular su esfera emocional.

En el otro extremo están aquellos que tratan de rechazar completamente los servicios médicos y confían en diversas «panaceas», tales como el ayuno, el caminar descalzos o practicar una u otra monodieta.* Y aunque estas «innovaciones» no son malas para empezar, son, sin duda, insuficientes para obtener resultados espirituales.

Otras prácticas de los neófitos pueden tener consecuencias catastróficas. Un ejemplo es el beber la orina, lo que provoca la intoxicación del cerebro, la degradación y enfermedades mentales [9].

También hace algún tiempo estaba difundida la práctica de realizar abundantes enemas diarios, los cuales alteraban en el intestino grueso la asimilación normal de algunas vitaminas y de otros elementos beneficiosos de la comida.

Otro grupo de los errores típicos de los neófitos consta de las afirmaciones según las cuales la sal, el azúcar, el pan o incluso el oxígeno son los «primeros enemigos del ser humano».

* * *

Podemos dividir nuestras enfermedades en tres grupos.

Dentro del primero están aquellas que aparecen naturalmente debido al desgaste físico del cuerpo (por ejemplo, la destrucción gradual de los dientes con la edad), también debido a la inexperiencia al dominar algo nuevo, debido al cansancio, etc.

En el segundo grupo están las enfermedades causadas por nuestros vicios, por ejemplo, la adicción a los venenos (alcohol, tabaco y otros), la nutrición no vegetariana, la vida en estado de enojo, de reprobación, de irritación, de odio en vez de amor y tranquilidad.

Las enfermedades del tercer grupo aparecen debido a la ignorancia elemental higiénica o religiosa, que incluye, por ejemplo, la falta de la verdadera orientación espiritual, cuando en vez de Dios en el centro de la atención de los «creyentes» están los demonios, brujos y «vampiros». Entonces las personas piensan en estos seres atrayéndolos de esta manera y sintonizándose con ellos en lugar de con Dios. Esto provoca que los miembros de tales sectas enfermen masivamente de esquizofrenia.

Con las enfermedades del segundo y tercer grupo, Dios nos indica que estamos equivocados y trata de incitarnos a buscar y tomar las decisiones correctas.

Así, uno de nuestros errores trágicos puede ser no tomar en cuenta la venidera muerte del propio cuerpo. Y, de hecho, la muerte puede venir muy pronto, nadie sabe cuándo, poniendo fin a todos nuestros sueños de que algún día en el futuro, cuando me jubile…

Es así, porque después de separarse del propio cuerpo, uno ya no puede realizar cambios importantes en uno mismo ni de su posición en el espacio multidimensional y tendrá que esperar la siguiente encarnación con el destino predeterminado por la vida anterior. A tales personas —a aquellas que deben esforzarse en su desarrollo espiritual, pero no lo hacen— Dios les da, por ejemplo, el cáncer que les recuerda sobre la muerte y la hace más real y cercana.

Las causas particulares de las enfermedades pueden ser las siguientes: factores genéticos, daños del feto, traumas, intoxicaciones, nutrición desequilibrada o con cadáveres de animales, influencias de microbios, de virus, de hongos parásitos, agotamiento por el trabajo mental excesivo, objetivos incorrectos en la vida, contaminaciones energéticas de los chakras y de los meridianos, la entrada de algunos espíritus de diferentes niveles de desarrollo en el cuerpo (ellos pueden ser personas profundamente viciosas, animales o hasta plantas). Todo esto provoca diversas enfermedades psíquicas y oncológicas o, simplemente, unas inflamaciones y dolores «de origen desconocido».

Todas estas enfermedades aparecen en nuestros cuerpos o almas como resultado de la combinación de las dos voluntades: de la voluntad de la persona misma y de la voluntad de Dios y son la manifestación de nuestros destinos.

El destino de cada uno de nosotros consta, por decirlo así, de dos líneas entretejidas: una «innata» y otra que se forma en la vida actual en la Tierra.

Por ejemplo, si un bebé nace con algunos defectos del cuerpo o los obtiene en edad temprana, es su destino «innato», es decir, son los agravantes de su vida a consecuencia de errores muy serios cometidos en su encarnación pasada.

A medida que un niño crece, adquiere la facultad de tomar decisiones éticamente importantes. A partir de éstas se forma, ya en esta vida terrenal, una nueva línea del destino que empieza a prevalecer gradualmente sobre la línea «innata».

Esto significa entonces que un destino desfavorable puede ser cambiado para bien si empezamos a desarrollarnos correctamente.

O, al contrario, un destino favorable puede ser «echado a perder» si empezamos a cometer errores éticos.

Pues el destino no es una ley mecánica predeterminada, por ejemplo, por las «estrellas» y los «planetas», como lo afirman los astrólogos. El destino es la administración directa de nuestras vidas realizada por Dios, la Conciencia Superior Que posee la Ubicuidad, la Omnisciencia, el Amor, la Sabiduría y el Poder absolutos. Esta Conciencia guía a cada uno de nosotros hacia Ella. Si caminamos correctamente, nos estimula con el éxtasis; si nos desviamos del Camino Recto, nos indica esto a través del dolor o a través de otro medio. Todo es muy simple.

Y no debemos quejarnos de «las malas condiciones de la vida». Pues el Camino hacia Dios no es un paseo o un viaje en algún tipo de transporte, sino que es la transformación gradual de uno mismo como una conciencia, es el trabajo interior sobre uno mismo.

Dios describió este Camino a través del Avatar Babaji en la siguiente fórmula: «Verdad — Sencillez — Amor — Karma yoga — Eliminación del “yo” inferior para unirse con el “Yo” Superior». Aquí está expuesta la Enseñanza completa de Dios y todos los otros conocimientos y preceptos no son nada más que las aclaraciones de esta fórmula.

Entre otras cosas, Dios quiere que aprendamos la Sabiduría, porque es difícil progresar en el Camino espiritual sin ésta. Una de las lecciones en este caso consiste en estudiar la estructura y el funcionamiento del propio cuerpo y aprender a cuidarlo. Después podemos compartir este conocimiento con otras personas y usarlo para ayudarles.

Tuve ocasiones de oír que, por ejemplo, la sífilis debe ser curada con unas u otras combinaciones de los asanas del hatha yoga, que la oración es el único remedio para cualquier enfermedad o incluso que ningún tratamiento es necesario, ya que todo va a pasar por sí mismo, que, más bien, el organismo se recupere y se fortalezca de esta manera y que cualquier medicamento sólo le hace daño.

Pero la sífilis no va a curarse con los asanas, sino que va a pasar, mientras el enfermo las hace, a la siguiente fase de su desarrollo. Y nadie piensa sacar una astilla mediante la oración, sino que la sacan con las uñas, con una aguja o con unas pinzas. Y la vida en el cuerpo no está dada a nosotros para pasarla enfermo, malgastando energía y tiempo valiosos, sino para desarrollar activamente las cualidades Divinas: el Amor, la Sabiduría y el Poder.

Mi enfoque consiste en que cada enfermedad debe ser curada inmediatamente y con todos los medios disponibles para no permitirle desarrollarse.

Aun si solamente una astilla se clavó en la mano, es apropiado preguntarse y reflexionar si es que estaba haciendo lo que debía hacer, si es que permanecía en aquel momento en estado de tranquilidad y de paz o las perdí. Pero no tiene sentido reflexionar mucho en esto con la astilla en la mano. Hay que sacarla rápidamente y, tal vez, incluso aplicar yodo sobre la herida.

Lo mismo, con la gripe, con la angina o con el resfriado. Éstos pueden indicar algunos errores, por ejemplo, la pérdida ya mencionada de la tranquilidad interior o la comunicación con las personas inapropiadas. Sin embargo, después de sacar las conclusiones necesarias, es conveniente tomar las medidas adecuadas para curar estas enfermedades: desinfectar la membrana mucosa con el permanganato potásico, con algún ungüento o con tintura de caléndula, exponer el cuerpo a la radiación ultravioleta, tomar té de escaramujo, de ortiga o de agujas de pino. Además, puede ayudar la limpieza de los chakras y de los meridianos respectivos y del «capullo» energético entero.

Lo mismo vale cuando se padecen enfermedades más complejas que requieren una intervención de médicos especializados. Incluso en caso de cáncer, no hay que rechazar la operación propuesta por los médicos. No obstante, hay que poner más énfasis en la comprensión de la razón kármica de esta enfermedad y en la corrección de los propios errores.

A propósito, el Mesías contemporáneo, Sathya Sai, Quien posee la facultad absoluta para obrar milagros y Quien sanó personalmente a muchos enfermos — presencialmente o a distancia, con métodos increíbles desde el punto de vista de los materialistas— también se preocupa por crear hospitales normales, incluso en el territorio de Su ashram.

Pues tanto los médicos como los pacientes deben desarrollarse, perfeccionándose en el Camino hacia Dios a través de su interacción. Y uno debe hacerse digno de la curación milagrosa a través de sus propios esfuerzos, de lo contrario ésta no servirá para bien.

Cada buen amo o ama de casa debe tener a su disposición —no solamente para uno mismo, sino también para los huéspedes— un botiquín con los medicamentos básicos: vendas, algodón, yodo, caléndula, propóleo, el phthalazolum (phthalylsulfathiazole), el metamizol (o dipirona), paracetamol, menovasinum, indovasina (indometacin + troxerutin), salvia, etc.

Algunos de estos medicamentos también debemos llevarlos con nosotros cuando vamos a la naturaleza, especialmente si lo hacemos en grupo.

Por ejemplo, el phthalazolum ayuda contra las inflamaciones en el intestino y la salvia, contra las inflamaciones en el esófago o en el estómago. Con el menovasinum, no sólo podemos friccionar los músculos adoloridos, sino también, habiéndolo diluido en agua en relación 1 a 50, introducir sus gotas en la nariz al tener un resfriado o en los ojos al tener una conjuntivitis. Si uno lo diluye 10 veces, puede ayudar muy bien durante la angina (hay que hacer gárgaras). La fricción con indovasina y la venda apretada en las articulaciones hinchadas de los pies permiten aminorar el dolor y caminar a pesar de contusiones y rozaduras. También el propóleo tiene unas excelentes propiedades curativas.

Sería bueno que cada uno llegue a ser un especialista en la medicina «cotidiana». Esto no sólo facilitará la vida para él o ella, sino también permitirá ayudar a los demás, lo que también constituye las lecciones de la Sabiduría.

La alimentación con la comida «de matanza», así como el fumar y el alcoholismo, aumenta bruscamente el riesgo de cáncer, lo que fue investigado y corroborado estadísticamente. Por el contrario, las personas que se alimentan «sin matanza» no se enferman de cáncer.

Es más, normalmente sólo basta con renunciar a la comida no vegetariana para mejorar significativamente el estado de salud. Así desaparecen diversas enfermedades gastrointestinales, hipertonía, diferentes manifestaciones de la gota, etc.

En Rusia, hasta el año 1917, fue acumulada la exitosa experiencia de la curación de diferentes enfermedades y de la adicción al tabaco y al alcohol mediante la nutrición «sin matanza». Además, era muy popular el movimiento ético que luchaba por implantar los principios de la no violencia en la nutrición [5,20,28,39-40,52,55,57,59]. Uno de los iniciadores de este movimiento era Lev Nikoláyevich Tolstói, maldecido por la iglesia predominante a causa de su «librepensamiento».

* * *

Las personas que han empezado el verdadero Camino religioso se liberan rápidamente de muchas enfermedades, incluso del cáncer. Yo mismo, a través de los años, tuve en mis clases decenas de enfermos cancerosos. Algunos de ellos eran «inoperables», es decir, considerados por la medicina como «casos sin esperanza». Todos ellos se recuperaron después de aceptar la orientación espiritual correcta y de empezar a esforzarse realmente (cada uno conforme a sus capacidades) en su autoperfeccionamiento.

Cabe destacar que, naturalmente, no toda religiosidad salva de las enfermedades. Lo demuestra la gran cantidad de enfermos entre los miembros de las sectas masivas contemporáneas.

Y aquellas de estas sectas que fomentan el miedo místico en lugar del amor entre sus seguidores se convierten en focos de enfermedades mentales.

También existen sectas que usan ampliamente las sustancias psicodélicas y el alcohol, no compatibles ni con el Camino espiritual ni aun con la salud.

Otra de las prácticas «de moda» en el presente es beber en abundancia la propia orina durante un tiempo prolongado, lo que provoca la intoxicación del cerebro y una disminución notable de las capacidades mentales.

Debemos comprender bien que todas nuestras enfermedades son el resultado de nuestros errores éticos o de la estupidez. Detrás de cualquier dolor, debemos percibir la Mano dirigente y amorosa de Dios, Quien —a través de este dolor— quiere indicarnos lo que debemos cambiar en nosotros mismos.

Las enfermedades pueden aparecer, por ejemplo, a consecuencia de fumar, de beber alcohol o de la alimentación con cadáveres de animales, pero ¿acaso Dios no nos había advertido de esto antes? Y si los líderes de su secta bendicen tal nutrición, ¿no es tiempo de darles la espalda y recurrir a la guía directa de Dios?

Otra causa de las enfermedades es la pereza humana, que puede manifestarse, por ejemplo, en el estilo de vida sedentario o en la falta de la práctica de actividades* que fortalecen el sistema inmunológico. Además, algunas enfermedades pueden aparecer cuando olvidamos que cada día nos acerca a la muerte del propio cuerpo y que, por lo tanto, debemos esforzarnos al máximo en nuestro desarrollo espiritual para aprovechar todo el tiempo que nos queda. El ejemplo que ya hemos examinado al respecto es el cáncer, dado a nosotros para recordarnos que la muerte está aproximándose y para así hacerla más tangible y más evidente para nosotros. Si la persona comprende esta alusión y despierta, el cáncer se va.

Cabe mencionar que los sanadores también pueden enfermarse. Esto sucede, entre otros casos, cuando ellos tratan de curar el cuerpo del paciente y no el alma*, es decir, cuando ellos no eliminan primero las causas éticas de la enfermedad. Todas estas causas encajan en tres grupos: a) la falta del deseo de conocer a Dios (o un deseo mal dirigido), b) la falta de amor y c) la ignorancia.

Les doy solamente uno de los numerosos ejemplos posibles. Un día me invitaron a su casa dos damas: una mamá con su hija adulta. Nos sentamos a tomar té en la cocina donde en una cacerola estaba cocinándose un cadáver de algún animal. Ellas me hablaron durante mucho tiempo sobre sus enfermedades. Después yo les pregunté acerca del amor, en particular, acerca del amor hacia los animales. Ambas empezaron a asegurarme emotivamente que los amaban muchísimo. Entonces levanté la tapa de la cacerola y les pregunté: «¿Los ”aman” muchísimo? ¿En forma de sopa o también fritos?».

Especialmente horroroso —como la causa de las enfermedades— es el enojo crónico en forma de las emociones de condenación, de animadversión o de odio. Todo esto no solamente lleva al infierno, sino que también empeora la salud. A través de estas enfermedades, Dios nos avisa que debemos reconsiderar nuestra conducta antes de que sea tarde. ¡Y cabe destacar que las pastillas y las gotas de valeriana no ayudarán a evitar el infierno, pues en este caso Dios quiere de nosotros las decisiones éticas correctas y la transformación real de nosotros mismos!

Aparte de todo esto, dándonos algunas enfermedades, Dios a veces nos propone empezar a estudiar la anatomía y la fisiología básica de nuestros cuerpos y a conocer las causas de los trastornos más comunes de la salud.

Les doy simplemente algunos ejemplos al respecto:

La combinación de una gran cantidad de alimentos proteínicos y grasos con los dulces provoca la flatulencia.

El calentar y freír la comida con aceites líquidos vegetales es nocivo y puede provocar enfermedades del hígado, ya que los ácidos grasos «insaturados», de los cuales están compuestos los aceites vegetales, al calentarse en presencia de oxígeno, se oxidan fácilmente transformándose en sustancias toxicas.*

También es nociva la ropa hecha de telas sintéticas, especialmente aquella que tiene contacto directo con la piel. Tal ropa afecta los procesos bioenergéticos en los tejidos del cuerpo; por lo tanto, no debemos usarla a pesar de que se vea bonita y que «todos se visten así».

Uno no sólo debe cepillarse los dietes, sino también limpiar el espacio entre éstos de los trozos de comida, por ejemplo, con un hilo dental. También es importante masajear, por lo menos de vez en cuando o, de ser necesario, regularmente, las encías, aplastando suavemente todos los espacios entre las raíces de los dientes desde la mandíbula hasta la parte masticatoria. De lo contrario pueden aparecer las enfermedades periodontales, causadas, entre otras cosas, por la comida que se mete en los espacios entre los dientes y luego empieza a pudrirse. Normalmente, no notamos estas enfermedades enseguida, sino sólo cuando aparece el dolor o alguien llama la atención sobre el olor desagradable de la boca. También debemos tener en cuenta que cualquier foco de infección en el cuerpo intoxica el organismo entero a través del torrente sanguíneo. De esta manera las enfermedades periodontales pueden provocar otras enfermedades en otras partes del cuerpo (por ejemplo, la inflamación de los senos nasales, de la garganta, de los ojos, etc.)

Destaco que la caries y la inflamación de las encías son causa frecuente de la conjuntivitis; por lo tanto, esta enfermedad puede ser considerada como una señal para visitar al dentista, salvo los casos cuando uno la contrae debido a otras razones evidentes (como, por ejemplo, la entrada de arena o de polvo en el ojo).

Entre la gente existe una multitud de opiniones absurdas y dañinas acerca de la salud:

Por ejemplo, dicen que si apareció un «grano» en el labio, es un «resfriado» y «no es nada serio». Pero, en realidad, es el herpes, un virus muy contagioso, o a veces es la afección de los labios por la tricomoniasis. En ambos casos, no hay que besarse, sino seguir un tratamiento.

Cuando aparecen dolores en el área de los ovarios, dicen que la mujer se resfrió y tiene que calentarse. Entonces suelen poner una bolsa de agua caliente o taparse con un chal. Pero estos innocuos dolores «ováricos» pueden estar relacionados con la rotura normal y natural del folículo, y en este caso todo está bien y no hay que «calentarse». O esto puede ser una inflamación causada por microbios y entonces hay que seguir un tratamiento con antibióticos (más exactamente, con las cefalosporinas modernas).

Las inflamaciones crónicas de los ovarios y de las trompas uterinas también pueden aparecer por los impactos bioenergéticos durante los contactos sexuales con compañeros energéticamente groseros y también debido al uso de ropa sintética.

Dicen que la hemorroide es la consecuencia del estilo de vida sedentario, pero en realidad su causa está en las partículas pequeñas de las heces que se quedan en el intestino recto y restriegan sus paredes al caminar. Como resultado se inflaman la membrana mucosa y las paredes de las venas. Para la profilaxis de esta enfermedad, hay que mantener limpia la sección inferior del intestino y untarla con ungüentos bactericidas al aparecer las mínimas señales de inflamación.

Dicen que es posible quedarse embarazada sólo durante algunos días en el medio del ciclo menstrual. Pero, de hecho, la posibilidad de la concepción durante otros días no desaparece, sino que solamente disminuye.

Existe la opinión de que hay que curar el empeoramiento de la función sexual de los varones con café y carne. Pero, en realidad, en este caso hay que excluir tanto lo uno como lo otro. Y lo que sí puede ayudar realmente es la corrección de las propias emociones y la dominación de la profunda tranquilidad interior. Estas cosas es posible aprenderlas progresando de una manera correcta en el Camino espiritual.

Los neófitos tienen el siguiente lema: «¡No voy a usar ningún medicamento!». Esto no es un indicio de sabiduría, sino, más bien, todo lo contrario.

¡No tenemos tiempo para estar enfermos! Y no tiene ningún sentido «regalar» el propio cuerpo a los microbios para que se lo «coman». El daño que causan éstos es mucho mayor que el daño de un tratamiento adecuado con medicamentos.

Una vez me quedé pasmado ante la afirmación de una mujer de 30 años —una entrenadora principal, graduada del instituto de educación física—, quien afirmaba que el mejor anticonceptivo que «siempre le ayuda infaliblemente» es la micción después del coito.

¡Ella no conocía la diferencia entre su útero y su vejiga!

Yo en aquel entonces no sabía cómo objetar y me callé simplemente. ¿Cómo se puede discutir un tema tan «complicado» con semejante persona?

Después de muchos años, conté aquel gracioso caso a una enfermera conocida, pero ella no se rió ni se sorprendió, sino que dijo seriamente: «¡En nuestro país muchas mujeres piensan así! ¡Me he tropezado varias veces con esta opinión!».

A propósito, ¿por qué no quedaba embarazada aquella mujer que gustaba tanto de nuevas aventuras sexuales? La causa más probable está en la infección crónica del ovario y de las trompas uterinas afectadas por alguna infección venérea.

Dios quiere que seamos sabios y una de las maneras de adquirir sabiduría es tratar de conocer acerca de todo, incluyendo la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano, las posibles amenazas a éste y cómo evitar los peligros anteriormente mencionados y curar las enfermedades.

Yo recomiendo a cada uno comprar el Manual del médico práctico* y leerlo completamente por lo menos una vez. Obviamente, esto no nos proporcionará una instrucción médica exhaustiva y no remplazará la ayuda de los médicos especialistas. Pero así obtendremos por lo menos una idea de la diversidad de las enfermedades que existen, desde las venéreas y las miсóticas hasta las mentales. De este modo lograremos orientarnos con más facilidad entre tantos peligros que nos acechan y podremos evitarlos sin dificultad.

Por ejemplo, me visitaron varias veces algunos huéspedes que tenían micosis en los pies y que, sin ningún remordimiento de conciencia, se pusieron mis pantuflas.

Otro ejemplo es la convicción de los neófitos de que las enfermedades venéreas no pueden afectarlos. Ellos creen que «sólo las personas no espirituales pueden tener tales enfermedades» y si de pronto contraen una de éstas, piensan que «no es nada serio» y que «va a pasar enseguida».

Acepten, si quieren, el siguiente consejo: es mejor no enfermarnos, pero si nos enfermamos, debemos tratarnos con todos los medios posibles, lo que implica un análisis de las causas de la enfermedad, el arrepentimiento, las técnicas meditativas y bioenergéticas y los medios que aumentan la resistencia del organismo (vitaminas, baños calientes, exposición del cuerpo a la radiación ultravioleta de una lámpara de cuarzo o del sol, baños con agua fría y así sucesivamente). Además, debemos usar los medicamentos específicos y otros tratamientos que un médico especializado nos puede recomendar.

A propósito, una de las formas para la profilaxis de muchas enfermedades y para mantener el bienestar es lavar diariamente todo el cuerpo con jabón, lo que es también indispensable para el trabajo espiritual eficaz.

¡Recordemos que la salud se logra en el Camino espiritual y que es mejor avanzar por este Camino siendo sano!