Ecopsicologia
ecologia espiritual


Métodos Fundamentales

Los métodos fundamentales son aquellos que permiten mejorar el estado del organismo hasta tal grado de pureza y de buen funcionamiento de sus estructuras energéticas que uno pueda experimentar a Dios y aprender a entrar en el Samadhi (el estado emocional de intenso Éxtasis que surge durante el contacto de la conciencia del practicante con el Espíritu Santo).

Estas técnicas nos preparan para que luego crezcamos como conciencias refinadas, desarrollemos el poder de la conciencia y, en las etapas más altas, obtengamos la Victoria Definitiva, que es la Unión con el Creador en Su Morada.

En las tradiciones del hinduismo y budismo, estos métodos se conocen como el «raja yoga». Pero sus variantes también fueron elaboradas en el taoísmo chino y en el sufismo musulmán, así como en el territorio de Rusia antes de su «cristianización». Un alto estatus espiritual de aquellos que crecieron y se desarrollaron en esta tradición espiritual (la de los eslavos) comprueba que estos métodos eran conocidos por ellos [14,18]. No obstante, en el ambiente cristiano, entre las prácticas de este nivel se conoce solamente «la oración de Jesús»*.

El raja yoga se basa en el trabajo con los chakras, los meridianos principales y el «capullo» energético. El propósito de tal trabajo es desarrollarlos y limpiarlos hasta que sean transparentes con el fin de poder unirse mediante estas estructuras con la sutileza del nivel Divino.

De aquí, nos queda claro que las técnicas para «colorear» los chakras, practicadas en algunas escuelas, no hacen más que causar daño directo a los practicantes y son la consecuencia de la ignorancia severa de los líderes de estas escuelas. Pues, como ya hemos dicho, el color más sutil es el blanco ligeramente dorado y cualquier otro color ya está más lejos de la sutileza del Creador.

Otro error muy común durante el trabajo con los chakras es poner el acento en el desarrollo del ajña, lo que, supuestamente, permite obtener la clarividencia. Esta práctica tiene una muy larga historia y se originó de una mala interpretación de las palabras de Krishna expuestas en el Bhagavad-Gita (8:10) [10,18]. Allí Krishna recomendaba que el practicante hiciera pasar la energía a través de su cabeza. No obstante, de las líneas siguientes del Bhagavad-Gita (8:12) se desprende que en este caso no se trata de cualquier energía, sino de la energía Átmica. Pero en las numerosas escuelas cuyos líderes todavía no han conocido el Atman lo tratan de hacer con las bioenergías corporales ordinarias, lo que provoca la activación de uno de los chakras inicialmente más groseros y, como resultado, el «endurecimiento» de la conciencia entera. La mirada de las personas que lo practican se hace «penetrante», áspera y desagradable y su desarrollo se detiene por largo tiempo.

La clarividencia que a veces aparece en este caso no tiene ningún valor real. Ésta simplemente permite ver las auras emocionales alrededor de las cabezas de otras personas y «espiar» sus estados.

En cambio, la verdadera clarividencia, es decir, la clarividencia realmente útil, se realiza con las estructuras de la «burbuja baja de percepción» (ver más adelante) y permite ver en el espacio multidimensional las energías de diferentes grados de sutileza-grosería.

Su obtención da la posibilidad de contemplar diversas Manifestaciones sutilísimas de la Conciencia Divina no encarnada.

Como ya hemos dicho, el trabajo con los chakras y con el desarrollo de otras estructuras sutiles del organismo no es compatible con el consumo de alcohol (aun en forma de kvás o en forma de los productos lácteos que contienen alcohol). La violación de esta regla causa graves enfermedades.

* * *

No es recomendable realizar el trabajo con las estructuras energéticas sutiles ni los entrenamientos meditativos dentro de un lugar iluminado con lámparas fluorescentes, ya que éstas crean un campo energético muy grosero.

Tampoco es admisible usar ropa sintética, ya que ésta no permite que un gran espectro de las bioenergías penetre al organismo. Además, tal ropa altera los procesos energéticos en el cuerpo. (Una de las excepciones en este caso son los impermeables que usamos cuando llueve).

Debemos quitarnos el reloj y otros objetos metálicos durante las clases, ya que el reloj suele magnetizarse y dañarse al realizar tal trabajo mientras que otros objetos metálicos crean interferencias energéticas.

Ya hemos hablado que los entrenamientos meditativos, así como cualquier trabajo espiritual serio en general, no son compatibles con la nutrición «de matanza» (la que contiene carne o pescado). Si el practicante no sigue esta regla, sus estructuras energéticas empiezan a formarse a partir de energías groseras.

Es mejor realizar el trabajo de esta etapa en un grupo y en un lugar cuyas dimensiones correspondan al tamaño del grupo. Así, una sala demasiado grande no será favorable, puesto que la energía grupal se dispersará.

* * *

La información seria (entre aquellos materiales que pudimos conocer) sobre el papel y funcionamiento de los chakras y sobre los métodos del trabajo con éstos fue presentada por primera vez en las publicaciones de nuestra Escuela. Las fantasías sobre este tema escritas por el autor Aurobindo Ghose, muy conocido en Rusia, son totalmente infundadas y sólo indujeron a error a muchos lectores cuando había escasez de literatura esotérica en Rusia antes de la Perestroika.

Ahora veamos la información concreta para el trabajo en esta etapa del desarrollo espiritual. Destaco que los ejercicios presentados aquí fueron probados durante décadas de clases con muchas personas y demostraron su efectividad.

«La cruz de Buda»

Es bueno comenzar cada clase con la sintonización emocional y purificación de la energía del ambiente. Para este propósito existe un ejercicio maravilloso, conocido como «Cruz de Buda», que se hace de la siguiente manera:

Nos sentamos sobre los talones con la espalda recta, las puntas de los pies miran atrás, las manos están sobre los muslos (esta postura se llama «postura del discípulo»). Enviamos olas de nuestra bienquerencia y amor desde el tórax hacia delante en el espacio diciendo mentalmente:

«¡Que todos los seres tengan paz! ¡Que todos los seres tengan tranquilidad! ¡Que todos los seres tengan éxtasis!».*

Primero creamos cada uno de estos estados dentro de nosotros mismos (dentro del tórax) y luego los irradiamos hacia delante. Después repetimos lo mismo hacia la derecha, hacia atrás, hacia la izquierda, hacia arriba y hacia abajo.

Es un método muy poderoso que permite armonizarnos a nosotros mismos, armonizar el espacio circundante y a los seres que se encuentran allí.

Ejercicios físicos preparatorios

Especialmente durante las primeras clases, los ejercicios físicos serán un elemento muy importante. Éstos no sólo permiten «despertar» las energías del cuerpo y deshacerse de los pensamientos excesivos, sino que también enseñan a concentrar la conciencia en las partes del cuerpo que estamos moviendo, lo que, a su vez, nos servirá cuando empecemos a trabajar con los chakras.

Parémonos. Sólo con los movimientos de las piernas y del tronco sin tensar los músculos, balanceamos el brazo relajado y luego lo hacemos girar. Después hacemos lo mismo con el otro brazo. Durante este ejercicio, debemos concentrarnos en la articulación del hombro respectivo y ver allí una luz blanca de brillo creciente.

Doblamos y desdoblamos los brazos por los codos tensando los músculos. Observamos cómo una luz que viene desde todo el cuerpo se concentra en los músculos que estamos ejercitando.

Levantamos los brazos hacia el frente. Movemos rápido las manos relajadas arriba y abajo. Tensamos los dedos. Los doblamos y extendemos. Movemos las manos arriba y abajo con los músculos tensados de los antebrazos y de las manos. Sacudimos la tensión y relajamos el cuerpo.

Inclinamos la cabeza a los lados y luego adelante y atrás con el cuello relajado. Hacemos círculos con ésta. La giramos a la derecha y a la izquierda. Al hacerlo, percibimos la sección cervical de la columna como un eje que consiste de bolitas-vértebras y vemos una luz blanca que fluye hacia arriba a través de este eje. Tensamos el cuello y repetimos los mismos movimientos con el cuello tensado. Al hacerlo, vemos un flujo de luz blanca que sube por todo el diámetro del cuello. Sacudimos las tensiones, relajamos todos los músculos. Ahora desplazamos la cabeza a los lados manteniéndola todo el tiempo perpendicular a los hombros, que están fijos, y luego la movemos de la misma manera en círculos.

Levantamos los brazos sobre la cabeza. Tomamos uno de éstos por la muñeca y lo estiramos inclinándonos lateralmente. Luego hacemos lo mismo con el otro brazo. De esta manera estiramos los músculos laterales del tronco.

Con los brazos levantados, hacemos inclinaciones hacia los lados primero en la sección pectoral y luego lumbar de la columna. Tensamos los músculos del tronco y hacemos inclinaciones y rotaciones del cuerpo. El tronco se llena de luz. Sacudimos las tensiones. Relajamos todos los músculos. Giramos el tronco y la cabeza tratando de mirar lo más atrás posible. Los brazos están caídos, la concentración está en la columna.

Con los músculos relajados, desplazamos hacia los lados la pelvis sin inclinarla y sin doblar las piernas. La concentración está en el área de la columna debajo del ombligo.

Levantamos una pierna con la rodilla flexionada de tal manera que el muslo quede paralelo al piso. Giramos el pie en círculos en ambas direcciones. La concentración está en el tobillo. Vemos allí una luz blanca de brillo creciente y sentimos calor.

Manteniendo la misma posición, dibujamos muchas veces un círculo amplio en el aíre con la punta del pie. La concentración está en la articulación de la rodilla.

Sin cambiar la posición, mecemos la pantorrilla a los lados sin mover la rodilla. La concentración está en ambas articulaciones coxofemorales.

Hacemos lo mismo con la otra pierna.

Asanas de relajación

Después de los ejercicios, descansemos en una de las siguientes posturas (asanas):

La primera es «la postura de la media tortuga».

Nos sentamos sobre los talones (las puntas de los pies miran hacia atrás) y separamos las rodillas. Ponemos la frente en el piso y juntamos las palmas de las manos a unos 30 centímetros más allá de la cabeza. Relajamos completamente el cuerpo y la mente. Observamos cómo el abdomen baja cada vez más a medida que nos relajamos cada vez más profundamente. Este es un ejercicio excelente para deshacerse del cansancio físico y mental. Se lo debe hacer durante 10 minutos aproximadamente.

El segundo asana se llama «la postura del cocodrilo». Se lo puede hacer en dos variantes:

En la primera, nos acostamos sobre el abdomen, sacamos los codos adelante, levantamos los antebrazos y apoyamos la barbilla sobre las palmas de las manos.

En la segunda, nos acostamos de la misma forma, sacamos los codos adelante y ponemos los antebrazos uno sobre el otro en el piso; la cabeza y la parte superior del tronco quedan elevadas y mantenidas así por los músculos de la espalda.

En ambos casos nos experimentamos como cocodrilos felices que han salido a la orilla arenosa para calentarse bajo el sol. Éste calienta nuestras espaldas y nos derretimos en el éxtasis de su calor suave que satura nuestros cuerpos.

Pranayamas

Debemos purificar tanto el organismo en general como las áreas particulares en éste que corresponden a los chakras. Para este propósito existen muchas técnicas que permiten deshacerse gradualmente de la impureza energética, lo que, a su vez, contribuye a la eliminación de las enfermedades, al mejoramiento general del bienestar y al acercamiento a la Meta Final.

Ahora aprendamos algunos ejercicios de purificación que pertenecen al grupo de los pranayamas.

Nos paramos. Inclinamos el cuerpo un poco hacia la derecha de tal manera que el brazo de este lado cuelgue sin tocar el cuerpo. Lo sentimos muy bien desde la articulación del hombro hasta la palma de la mano. Imaginemos que con cada respiración dentro del tórax se infla y se desinfla la cámara de una bomba a la cual el aire-luz llega a través del brazo-manguera. Prestemos más atención a la exhalación. Consigamos que las sensaciones sean muy claras. La «manguera» debe tener el diámetro del brazo entero y nada debe obstaculizar el movimiento del aire-luz.

Hagamos lo mismo con el otro brazo y luego con cada pierna. En el último caso, la «manguera» sube hasta el tórax ocupando el respectivo lado del cuerpo.

Luego debajo de cada pierna, ponemos (visualizándolo) un barril grande (uno vacío y otro lleno de luz liquida blanca). Toquemos con la pierna-manguera esta luz y pasémosla a través del cuerpo-bomba al otro barril. Con cada inhalación, la cámara interna de la bomba dentro del tronco y la cabeza se extiende absorbiendo a través de la pierna la luz del barril lleno y, con cada exhalación, la cámara se contrae y la luz se dirige a través de la otra pierna al barril vacío. De esta manera lavemos el cuerpo desde adentro.

Cuando el barril con la luz se vacíe, llenémoslo de nuevo con la luz y volquemos el otro barril al fuego (visualizando una hoguera grande) para que toda la impureza energética se queme. Demos media vuelta sobre los barriles y repitamos el ejercicio con el otro lado del cuerpo.

Luego hagamos lo mismo, pero poniendo los barriles debajo de los brazos.

De esta manera logramos llenar todo el cuerpo de la luz blanca brillante.

Después de los pranayamas, es necesario descansar en una de las posturas de relajación.

Ejercicios Psicofísicos

Ahora aprendamos cuatro ejercicios psicofísicos. Éstos se llaman así porque el componente psíquico de estas técnicas está acompañado con los movimientos físicos, los que, a su vez, ayudan a dominar la parte psíquica. La idea de crear estos ejercicios pertenece a Peter Dnov, un místico del siglo XX, y luego fue desarrollada por Omraam Micael Aivanjov y más tarde por nosotros.

El primer ejercicio se llama «despertarse» y se hace de la siguiente manera:

Nos paramos e imaginamos que nos estamos despertando de un largo y profundo sueño y del aislamiento de la armonía, belleza y amor del mundo circundante. (Levantamos los brazos y nos desperezamos como después de dormir). Dejamos que todo lo puro y luminoso que está afuera entre en nosotros. Experimentamos que desde arriba caen, como una cascada, las emociones transparentes, luminosas y sutiles de la frescura matutina. ¡Llenémonos de esta frescura! ¡Hagamos que estas olas entren en nosotros y nos colmen! (Para ayudar a este proceso, bajamos los brazos hasta los hombros; luego los levantamos otra vez por los lados y volvemos a bajar; repetimos estos movimientos varias veces). Tratemos de alcanzar el estado emocional más sutil posible.

El segundo ejercicio se llama «dar o regalar». Seguimos parados y abrimos los brazos desde el centro del tórax. Regalamos a otros seres lo que hemos recibido. La medida de la espiritualidad de una persona es su capacidad de dar. Para llenar un recipiente con agua limpia y fresca, debemos vaciarlo primero. El agua que no se mueve se pudre. Aquel que no se vacía, regalando lo que tiene, no se renueva y no progresa espiritualmente. Repitamos este ejercicio una y otra vez derramando y regalando generosa y gratuitamente, sin ningún deseo de recibir algo a cambio, lo bueno que hemos acumulado. Enviemos hacia delante, lo más lejos posible, las olas sutilísimas y fuertes de amor fresco y puro. Experimentemos que el tórax se llena al máximo de la energía condensada de amor que viene desde atrás. Una flor que exhala una fragancia tierna empieza a abrirse en el tórax. Enviemos este estado lúcido hacia delante. ¡Esta es la fragancia del amor mismo!

El tercer ejercicio se llama «reconciliación». Para hacerlo, levantamos el brazo derecho sobre la cabeza y nos concentramos en la palma de la mano y en el espacio a su alrededor. Luego, bajando suavemente el brazo delante del cuerpo, «dibujamos» con éste una sinusoide con un semiperíodo de 30 centímetros aproximadamente. El borde de la palma debe mirar hacia delante. Experimentamos el espacio en el que se mueve la mano como un campo energético al cual transmitimos estados de paz, armonía y tranquilidad. «Estiramos» el brazo a lo lejos. (Podemos imaginar diferentes variantes de los movimientos de esta danza: bruscas, rápidas, angulares o, por el contrario, suaves, ligeras y graciosas. Cada una de estas variantes cambia correspondientemente el estado del espectador y del ejecutor). Después de aprender este ejercicio (debemos experimentarlo muy bien), este gesto sencillo y poderoso, que simboliza la armonía, nos ayudará efectivamente en cualquier situación difícil, aun si lo hacemos sin los movimientos físicos del brazo.

El cuarto ejercicio se llama «subir». Para hacerlo, levantamos los brazos sobre la cabeza con las palmas de las manos mirando hacia fuera y los bajamos por los lados, haciendo movimientos como si nadáramos. Con cada uno de estos movimientos, salimos del siguiente «cascarón» denso y nos volvemos más luminosos y puros; subimos más y más hacia la fuente de luz, hacia el sol. Ya está muy cerca. Unos pocos movimientos y lo alcanzamos. Entramos en el espacio de una luz purísima y sutilísima, deleitándonos con sólo estar allí. Luego bajamos nuevamente a la tierra, pero ya con un sol que resplandece dentro del tórax, ¡y brillamos con su luz para todas las personas y para todo lo viviente!

«Shavasana»

Debemos terminar todas las clases durante las cuales trabajamos con los chakras y meridianos con un ejercicio de relajación que se llama «shavasana». Esta postura nos permite descansar después del trabajo bioenergético (tal trabajo puede generar un cansancio muy fuerte) y también eliminar los defectos bioenergéticos que todavía pudieran haber quedado.

«Shavasana» es la relajación del cuerpo y de la mente en posición decúbito supino.

Para hacerla, acostémonos sobre la espalda. Asegurémonos de estar en una posición cómoda. Nada debe distraernos. Relajamos el cuerpo empezando por los dedos de los pies. Imaginamos un plano vertical (como una pared de vidrio) perpendicular al cuerpo acostado al cual llevamos a través del cuerpo desde los dedos de los pies hasta la cabeza; detrás de este plano no quedan tensiones. Perdemos la sensación de aquellas partes del cuerpo por las cuales el plano ya ha pasado. Las enajenamos diciendo mentalmente: «¡Esto no es mío! ¡Esto no es mío!». Si vuelve a aparecer la sensación en alguna parte por la cual el plano ya pasó, hagamos pasar el plano por allí otra vez. Cuando éste pase a través de la cabeza, es posible que surjan los siguientes estados:

La autopercepción desaparece. Hemos caído, por decirlo así, en un sueño profundo, pero no es un sueño. La autopercepción vuelve normalmente después de unos 18-20 minutos. Nos experimentamos completamente descansados como si hubiéramos dormido profunda y largamente. Experimentamos un estado extático. No nos levantemos bruscamente y disfrutemos de éste.

En el segundo estado, la autopercepción se mantiene, pero surge una tranquilidad completa. Podemos examinar el propio organismo con la «vista interior». Entremos en el espacio dentro del cuerpo desde abajo. Podemos ver allí áreas claras y oscuras. Los colores grises y negros indican algún trastorno en uno de los planos energéticos. Tales trastornos corresponden a las etapas activas o todavía latentes de las enfermedades. Tratemos de recoger todo lo oscuro con un rastrillo y echarlo fuera del cuerpo hacia abajo.

Durante shavasana pueden tener lugar las salidas completas e involuntarias de la envoltura material (el cuerpo), en las cuales nos experimentamos de repente en nuestra apariencia habitual, pero en una posición extraña, por ejemplo, flotando sobre el piso, estando parado sobre la cabeza, etc. No debemos preocuparnos por esto. Simplemente, es necesario empezar a desear volver al cuerpo y a sentirlo. De esta manera enseguida estaremos allí. Con todo, de ningún modo debemos estimular tales salidas, puesto que son las salidas al así llamado «plano astral», una dimensión espacial densa, mientras que nosotros debemos aprender a salir de una sola vez a las dimensiones espaciales más altas, y para esto existen otros métodos.

Está prohibido enseñar el shavasana a los niños menores de 12 años, porque después de experimentarse fuera de sus cuerpos, ellos no siempre quieren regresar allí.

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Es necesario practicar sistemáticamente todos los ejercicios mencionados. Con sólo una clase es imposible obtener algún resultado significativo.

Latihan. Bautismo con el Espíritu Santo

En una de las siguientes clases, después de dominar el material anterior, podemos intentar hacer el ejercicio «latihan».

El término «latihan» fue introducido al comienzo de nuestro siglo por un sufí, Bapak Muhammad Subuh [61], quien denominó con esta palabra a uno de los métodos para comunicarse con el Espíritu Santo.

Subuh viajó a diferentes países de Europa, donde enseñó este método a los monjes católicos y sanó con éste a muchos enfermos, incluso cancerosos.

Durante este ejercicio, el practicante pide al Espíritu Santo concentrarse sobre su cabeza (debe experimentarlo allí) y luego «fluir» a través de todo su cuerpo de arriba abajo, como a través de una envoltura vacía, como a través de un cilindro de vidrio transparente. Esto será un verdadero bautismo en el Espíritu Santo.

De esta manera el cuerpo es sanado.

Habiéndose entregado a este Flujo, el cuerpo empieza a bailar, a hacer diversos movimientos suaves y armoniosos y así por el estilo. Tal fenómeno es una de las variantes del laya yoga, que es un conjunto de métodos para alcanzar la «disolución» de uno mismo en los Flujos Divinos y en los estados estáticos de la Conciencia Divina.

En realidad, es muy simple hacerlo si realmente tenemos una fe sincera, si Le amamos y estamos dispuestos a entregarnos, a rendirnos a Él. Y el Espíritu Santo siempre permanece como un mar de Luz por todas partes (sobre nuestros cuerpos, inclusive), observa, ama, enseña y espera que Le prestemos atención y pidamos con amor Su ayuda.

Si nos hemos preparado bien con los ejercicios anteriores, especialmente con el ejercicio «despertarse», lograremos hacer latihan enseguida. Si no, tratemos de experimentarnos meditativamente en un paraíso, debajo de una cascada paradisíaca, debajo de la luz del sol cariñoso, en la fragancia de las flores, en medio de las canciones de los pájaros… La cascada de agua paradisíaca extática fluye a través de nuestros cuerpos lavando las almas y haciéndonos dignos del paraíso.

Para que el cuerpo comience a bailar en el estado de laya (estado de «disolución»), siendo guiado por el Espíritu Santo, debemos ponernos de puntillas y levantar los brazos; la ropa debe ser ligera y ancha para que no la sintamos.

Después de esta danza, es preciso descansar en una postura de relajación.

Limpieza de los chakras. Apertura del corazón espiritual

Después de haber aprendido todo lo anterior, podemos empezar a limpiar y desarrollar los chakras.

Su estado está estrechamente relacionado con los órganos que se encuentran en las partes correspondientes del cuerpo, y los chakras participan activamente en el abastecimiento energético de estos órganos. Las enfermedades de los órganos afectan negativamente el estado de los chakras.

A continuación damos algunos ejemplos de los órganos correspondientes a los chakras:

— el anahata es responsable del corazón, de los pulmones, de los brazos y de las glándulas mamarias,

— el manipura, del estómago y de otros órganos del sistema digestivo,

— el svadhisthana, de los órganos sexuales, de la vejiga y de las piernas,

— el sahasrara, de los hemisferios del cerebro,

— el ajña, del resto del cerebro, de los ojos, de las orejas, de la nariz y de la nasofaringe,

— el vishuddha, del cuello entero, de las glándulas tiroides y de ambas mandíbulas, incluyendo los dientes. (La frontera entre las «esferas de influencia» del ajña y del vishuddha pasa por el paladar.)

* * *

Comencemos el trabajo con los chakras. Existen combinaciones especiales de sonidos (cierto tipo de mantras) cuyo canto contribuye, gracias a las vibraciones resonantes correspondientes, al desarrollo de los chakras y, además, nos pueden ayudar a experimentarlos claramente. Estos mantras son los siguientes:

para sahasrara — am

para ajña — vom

para vishuddha — jam

para anahata — yam

para manipura — ram

para svadhisthana — vam

para muladhara — lam


Cantemos estos mantras prolongada y suavemente, usando los tonos agudos de la voz (podemos tomar como patrón de referencia los tonos agudos de las voces femeninas). Al cantar, concentrémonos en los chakras correspondientes. Cuando pasamos de un chakra al otro, entramos en éstos por detrás, por la espalda o la nuca, como penetrando en unas celdillas o nichos.

Repetimos el ciclo entero de los mantras varias veces. Consigamos tener una sensación clara de las vibraciones en todos los chakras.

Practiquemos infaliblemente este ejercicio todos los días. Si no hay posibilidad de cantar los mantras en voz alta, es posible cantarlos internamente, pero siempre y cuando hayamos aprendido a hacerlo muy bien en voz alta.

Ahora y siempre debemos prestar más atención al trabajo con el anahata y, simplemente por eso, la vida llegará a ser más luminosa y alegre.

Si uno no logra aprender a cantar estos mantras aguda y tiernamente, no podrá progresar en su desarrollo espiritual de ningún modo. Con estas dificultades a menudo se enfrentan los varones que no conocen qué es la sutileza. A ellos les puede ayudar la siguiente técnica: ponemos en la boca un sorbo de agua y hacemos gárgaras de tal manera que se produzca el sonido «gluglú». Luego bajamos este sorbo cada vez más hasta que el sonido se haga lo más agudo posible. Basándonos exactamente en este patrón, debemos cantar los mantras para los chakras.

Dominemos otro método para la limpieza y el desarrollo de los chakras. Visualizamos detrás del anahata una figura tridimensional blanca y luminosa, formada por cuatro triángulos unidos. Ésta figura se llama tetraedro. Hagámoslo entrar con su vértice en cada chakra por detrás y luego hagámoslo girar rápidamente hacia la izquierda si uno lo mira desde atrás. En el caso de los dos chakras extremos, debemos hacer girar el tetraedro hacia la izquierda con el vértice mirando hacia arriba para el sahasrara y hacia abajo para el muladhara. Es más fácil hacer este ejercicio si «soplamos» o «insuflamos» el mantra correspondiente en el chakra junto con el movimiento del tetraedro.

Es más cómodo hacer de pie todos los ejercicios mencionados en este capítulo (así como los ejercicios con los meridianos descritos más adelante).

Existe un ejercicio simple con el corazón espiritual que cualquiera puede probar hacer sin condición alguna. Durante éste, experimentamos que la cabeza se traslada al tórax. Sintamos allí la nariz, la frente, los labios. Movámoslos. Para que la cabeza no «emerja» del anahata a su lugar anterior, imaginemos una gorra puesta encima. Luego sigue lo más importante: debemos abrir los ojos y parpadear. Ahora aprendamos a mirar el mundo exterior con los ojos desde el tórax. Si logramos hacerlo, nuestra percepción del mundo cambiará y lo percibiremos sutil, tierno y receptivo a las emociones del amor, y no cruel y hostil como antes.

Esta es la apertura del corazón espiritual.

Como vemos, es posible hacerlo de una manera muy simple. ¡Sólo es necesario desearlo!

En el futuro, debemos aprender a mirar desde el anahata no solamente hacia adelante, sino también hacia atrás.

Es preciso hacer los ejercicios con los chakras, así como todos los siguientes entrenamientos meditativos, con los ojos abiertos. (Ustedes mismos pueden estudiar el por qué.)

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Después de reforzar lo estudiado, es necesario hacer con los otros chakras lo mismo que hemos hecho con el ahanata. (Las «ventanas» de los chakras extremos están dirigidas hacia arriba y hacia abajo respectivamente. Pero uno puede mirar desde éstos hacia adelante y hacia atrás también.)

Cabe destacar que es importante aprender a mirar hacia atrás no solamente para el desarrollo de los chakras. El hecho es que mirando hacia adelante, nos acostumbramos a ver el mundo de los objetos materiales, mientras que mirando hacia atrás, podemos percibir los eones puros y sutiles junto con la Conciencia Que mora allí.

Es más, este ejercicio nos prepara para el momento en el que vamos a salir conscientemente del cuerpo. Debemos aprender a hacerlo inicialmente hacia atrás desde el anahata.

Salidas del cuerpo

Muchos místicos de diferentes países y culturas «caen en una trampa» aprendiendo a salir del cuerpo hacia adelante o hacia arriba (y ni siquiera lo hacen desde el anahata). Así, dependiendo de su estado según la escala de sutileza-grosería, llegan a uno u otro subestrato del «plano astral», un plano energético muy cercano al mundo material y bastante denso. Desde este plano, tanto el mundo material como las personas y sus pensamientos se ven claramente. Entonces surge la posibilidad de «mirarlas a hurtadillas», burlarse de ellas e influir sobre ellas. Esto resulta ser interesante y fascinante.

Sin embargo, cuando el cuerpo de tal persona muera, esta persona quedará cerca de las cosas materiales. En este caso, podremos decir que no logró acercarse a Dios ni aprovechó su encarnación.

En cambio, si hemos transformado nuestros meridianos, especialmente el meridiano chitrini (o Brahmanadi), que es una de las estructuras sutilísimas del organismo, entonces al salir del cuerpo y pasar a través de esta estructura, entramos de una sola vez en el estrato del Espíritu Santo. Allí Le percibimos como Luz-Amor y Le experimentamos como Ternura. De esta manera aprendemos a unirnos con Él y a ser Él.

¿Acaso esta perspectiva, que se alcanza con tanta facilidad, no nos estimula a dejar todos los dogmas y viejos defectos? ¿Acaso no vale la pena precipitarnos «con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con toda la fuerza» al encuentro con Dios?

Desarrollo de los chakras. Dantyanes

Podemos seguir desarrollando los chakras llenándolos e «inflándolos» con luz blanca, brillante y pura. Para esto, visualizamos detrás del cuerpo una poderosa bomba que podemos conectar a cada chakra mediante una manguera. Entonces escogemos un chakra e «insuflamos» allí la luz a través de la manguera. Después escogemos otro chakra y así con todos.

Las visualizaciones que creamos en los eones sutiles, de hecho, se vuelven reales allí y con su ayuda podemos no solamente limpiar nuestras estructuras energéticas, sino también sanar a otras personas eliminando las áreas negras asociadas con las enfermedades y realizando incluso «operaciones quirúrgicas» visualizando los instrumentos correspondientes.

A partir de esta etapa del trabajo, podemos convertirnos en unos buenos sanadores.

La sanación es una de las maneras de dar nuestro amor a las personas. ¡Por lo tanto, cuando sanamos, el Espíritu Santo nos ayuda con alegría, especialmente si se lo pedimos!

Si el sanador ya sabe interactuar con el Espíritu Santo, puede también pedirle pasar a través de sus chakras durante la sesión de la sanación, lo que contribuirá, a propósito, al desarrollo y a la refinación de éstos (pueden encontrar más detalles acerca de la sanación en el libro [9]).

* * *

Aprendamos una nueva variante del ejercicio con el tetraedro:

1. Hagámoslo girar detrás de algún chakra como la broca de un torno dental.

2. Luego lo introducimos en el chakra como si fuera el hueco de un diente cariado. La suciedad sale volando por todos lados. Podemos lavarla visualizando sobre nosotros una «ducha».

3. Aumentamos el tamaño del tetraedro y ampliamos el chakra de esta manera.

4. Después de hacerlo con todos los chakras, «nos duchamos» y descansamos en shavasana.

Otra técnica que permite ampliar los chakras es la siguiente: entramos en cada chakra desde atrás empezando por el anahata; nos experimentamos allí enteramente como en una cueva llena de luz y con las manos de la conciencia, empujamos cada pared del chakra hacia el infinito.

Otro ejercicio maravilloso consiste en experimentarnos como una poderosa lámpara eléctrica del tamaño del cuerpo que está encendida y cuyo filamento de tungsteno está en el anahata. De esta manera iluminamos desde allí el espacio circundante.

Más tarde, podemos trasladar la visualización del filamento encendido a otros chakras y a diferentes partes del cuerpo, limpiando con su luz los brazos, las piernas y todo lugar donde sintamos malestar. De esta manera eliminamos las energías groseras, nos purificamos, nos hacemos más luminosos, nos sanamos y nos acostumbramos a ser luz. Pues «Dios es Luz, y en Él no hay ninguna oscuridad» (1 Juan 1:5). Así —gradualmente— nos acercamos a Su estado.

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Los chakras desarrollados se unen en grupos funcionales llamados dantianes en chino.

El dantian alto consta de los tres chakras altos, el dantian central, sólo del anahata y el dantian bajo, de los tres chakras bajos.

Entre estos tres dantianes, el central es el más importante, porque nos permite transformarnos en el Amor y afluir al Creador. Los otros dos dantianes son simplemente auxiliares: el dantian alto contribuye al desarrollo del dantian central con su función intelectual y con su función de evaluación estética, mientras que el dantian bajo, siendo el centro principal de poder en el organismo, asegura el desarrollo del dantian central proporcionándole energía.

Todos los dantianes (así como todos los chakras) deben ser armoniosamente desarrollados; sin embargo, es preciso siempre dar prioridad al dantian central durante los entrenamientos meditativos.

La función más importante del organismo humano ante Dios es el amor. Pero el amor no puede ser cabal sin el apoyo intelectual, ético y energético (o de poder). Por lo tanto, en el Camino espiritual debemos desarrollar cada una de estas funciones. Al hacerlo, es importante recordar siempre que debemos seguir manteniendo constantemente la sutileza de la conciencia. Es más, debemos hacerla cada vez más sutil. Las entradas en los estados groseros significan la pérdida de todo lo que fue logrado y tienen como consecuencia, en el mejor de los casos, la detención del desarrollo y, en el peor de los casos, un fracaso total.

El desarrollo correcto del dantian bajo (que también se designa con el término «hara») y de todos los otros dantianes se logra óptimamente a través de las técnicas meditativas especiales realizadas en los sitios de poder correspondientes. Uno de los secretos en este caso consiste en recuperar la funcionalidad de los meridianos «embrionarios» que unían los sistemas energéticos de la madre y del feto a través del cordón umbilical. Después de la «restauración» de estos canales, el hara empieza a funcionar como un sistema integral, como un centro energético que proporciona el poder.

Trabajo con los meridianos. Sushumna, chitrini, el canal delantero (zhen-mo), «órbita microcósmica», el meridiano central

Después de dominar todos los ejercicios mencionados, será apropiado empezar a trabajar con los meridianos principales del cuerpo.

Estos meridianos o canales, invisibles a la vista normal, atraviesan todo el cuerpo humano, así como los cuerpos de los animales y hasta los de las plantas, y transportan en el organismo energía de diferentes niveles de sutileza. Estas estructuras, conocidas en sánscrito como nadis, fueron descubiertas y usadas en la medicina china antigua (o zhēnjiu-terapia).

Es posible encontrarlas, entre otras maneras, por su alta conductividad eléctrica en comparación con los tejidos cercanos (sin embargo, es necesario tener en cuenta que la corriente eléctrica, aun la más débil, es inadecuada para estos canales, y los métodos del electrodiagnóstico por puntos y de la electroacupuntura deben ser aplicados sólo en casos excepcionales).

Los meridianos pueden ser vistos por aquellas personas que lograron ampliar las capacidades de su percepción a través de sistemas de entrenamiento similares al nuestro.

Debido a los procesos inflamatorios en los tejidos del cuerpo, a la nutrición contaminante o a las influencias energéticas exteriores desfavorables, los meridianos pueden perder su conductividad, y en este caso es posible que aparezcan enfermedades prolongadas en aquellos órganos que fueron privados del abastecimiento energético adecuado. Tales enfermedades, por lo común, no pueden ser curadas completamente con medicamentos y es cuando resultan ser eficaces los métodos de la acupuntura y otros métodos similares, tales como la influencia con láser, con la vibración o con otros medios sobre los «puntos biológicamente activos» del cuerpo. Al usarlos, tiene lugar la recuperación de la conductibilidad de los meridianos gracias a los flujos energéticos enviados a través de éstos.

Con todo, es mucho mejor aprender a limpiar los meridianos por uno mismo con la ayuda de las técnicas descritas en este libro.

Ahora hablemos más detalladamente sobre algunos meridianos que pueden usarse eficazmente en la práctica de la autorregulación psíquica.

Son meridianos grandes y unen todos los chakras.

Por la columna, desde el chakra muladhara hasta el chakra sahasrara, pasa un canal amplio llamado sushumna (tu-mo o du-mo, en chino). Una de sus funciones es redistribuir la energía obtenida de los alimentos entre los chakras. Dentro del sushumna, en su parte posterior, se encuentra otro canal mucho más estrecho (su diámetro es de 2 centímetros aproximadamente) llamado vajrini. A través de este canal, la energía del chakra svadhisthana llega a otros chakras.

Por detrás del sushumna pasa el tercer canal de la columna llamado chitrini (o Brahmanadi). Este canal empieza desde la parte posterior del sahasrara, pasa debajo del hueso occipital, desciende por la parte posterior del cuello y luego por la parte posterior de la columna coincidiendo con las apófisis espinosas y con la piel.

El chitrini es una estructura muy importante y nos servirá como patrón de referencia de un estado sutilísimo. De acuerdo con este patrón, sintonizaremos nuestra esfera emocional.

Según «la escala de hidrógenos» de George Gurdjieff, el estado del chitrini es igual a H-3, lo que corresponde al nivel de sutileza del Espíritu Santo. Después de aprender a concentrarse en este meridiano, el practicante puede, a través de este canal, «zambullirse» fácilmente, como conciencia, en los eones del Espíritu Santo, comunicarse allí con Él sin ningún impedimento, abrazarse con Él y unirse con Él.

De esta manera las verdades religiosas dejan de ser una abstracción y se convierten en realidad.

Todos los chakras también están unidos por el canal delantero (o zhen-mo). Éste empieza desde el extremo superior del sushumna, contornea el chakra sahasrara por ambos lados como dos ramales que terminan uniéndose en el área de la frente; luego, dividiéndose en muchos canales pequeños, desciende por el rostro y otra vez se une en un solo canal en el área del vishuddha. Otra rama de este meridiano desciende por el centro de la cabeza, pasa a través del paladar, llega a la barbilla y se une con otras ramificaciones en el área del cuello. Luego el canal delantero desciende como una ancha banda por la parte delantera del cuerpo, pasa a través del pubis y se dirige hacia el coxis.

Debemos prestar especial atención a la parte superior de este canal, la cual une en un bloque funcional los cuatros chakras (anahata, vishuddha, manipura y ajña) del así llamado «centro emocional» [54].

Sin duda, los chakras anahata y vishuddha desempeñan el papel dirigente en este bloque. En cuanto a los otros chakras, del manipura depende, en cierto grado, la intensidad de las emociones y a través del ajña se realiza, entre otras cosas, la interacción con el sistema hipotalámico-hipofisario, que cumple —mediante el sistema endocrino— un papel importante en la coordinación de las reacciones emocionales y conductuales del organismo entero.

Sólo quienes tienen el canal delantero desarrollado y saben usarlo pueden experimentar las emociones altamente positivas de la comunicación con otras personas o con la naturaleza. No obstante, no hay muchas personas así, unas cuantas entre miles, puesto que este canal raramente se desarrolla sin la realización de esfuerzos especiales.

El sistema de los meridianos de la columna junto con el meridiano delantero se llama «órbita microcósmica»* según la tradición china. Haciendo circular la energía por esta «órbita», podemos transformar las energías del organismo con el fin de crear y acumular allí el «elixir dorado»*.

Los ejercicios con la «órbita microcósmica» dan un efecto emocional positivo fuerte.

Aparte de los dos meridianos ya mencionados, existe otro meridiano, llamado meridiano central, que, pasando verticalmente por el centro del cuerpo, une todos los chakras desarrollados en un sistema. Este meridiano se forma simultáneamente con el desarrollo de los chakras; por lo tanto, en las personas que tienen chakras poco desarrollados este meridiano no se observa. Su diámetro coincide aproximadamente con el diámetro de los chakras y es una estructura energética muy importante del organismo.

* * *

Empecemos el trabajo con el meridiano sushumna. La manera más fácil de limpiarlo es crear la visualización de un «cepillo» gigante con la misma forma que los que se usan para lavar botellas. Con este fin salimos desde el anahata hacia atrás y nos paramos a cierta distancia de nuestros cuerpos experimentándonos un poco más grandes que éstos. Luego, tomando en los brazos de la conciencia el «cepillo» visualizado, empezamos a limpiar el sushumna desde arriba. Debemos tener en cuenta que también es necesario limpiar el paso que existe entre el sushumna y el chakra muladhara. Este paso no va recto desde el sacro, sino hacia adelante y luego hacia abajo.

Ahora limpiamos el meridiano central. Con este meridiano es conveniente trabajar en los sitos de poder especiales que ayudan al practicante a trasladarse, como conciencia, a una posición más baja que su cuerpo. Claro está que para poder hacerlo, la conciencia ya debe estar desarrollada con los ejercicios anteriores hasta tal grado que pueda ubicarse debajo del cuerpo sin perder su estado sutil.

Después de que entramos, desde abajo, en el meridiano central, debemos «lavar» sus paredes, por ejemplo, con la visualización de un trapo mojado con espuma de jabón o usando alguna otra técnica apropiada.

Luego es muy importante limpiar el tabique (división) que existe entre el sushumna y el meridiano central. Para hacerlo, debemos permanecer simultáneamente en ambos meridianos, lo que es posible lograr entrando en el sushumna desde arriba y en el meridiano central desde abajo. En este caso podemos ver el tabique y las posibles manchas negras sobre éste. La eliminación de las últimas da por resultado una sanación más profunda del cuerpo.

Cuando el sushumna esté limpio, podremos empezar el trabajo con la «órbita microcósmica». Con este fin entramos desde atrás en los dos chakras bajos, elevamos su energía por el sushumna hasta arriba, la pasamos a través de los meridianos de la cabeza y la bajamos por el meridiano delantero hasta los mismos dos chakras bajos. Repetimos este ejercicio varias veces. Durante este proceso, las energías groseras, incluyendo aquellas que causan enfermedades, se transforman en energías sutiles en el meridiano zhen-mo.

Después de los primeros ejercicios con la «órbita microcósmica», es indispensable hacer una relajación profunda en «shavasana».

En lo posterior, podremos aprender a cambiar intencionalmente la trayectoria de la energía que movemos por la «órbita microcósmica» de tal manera que su flujo pase por los lugares enfermizos (si es que todavía queda alguno), lo que dará por resultado su sanación.

Hemos empezado a practicar la circulación de la energía por la «órbita microcósmica» usando el meridiano sushumna, pero también debemos aprender a hacerla circular por el chitrini y por el «capullo» energético que rodea al cuerpo. Todo lo mencionado permite mejorar el estado del organismo y refinar la conciencia cada vez más. En la práctica de nuestra Escuela, estos ejercicios se realizan fácilmente en los sitos de poder apropiados, es decir, en las zonas que tienen una importancia energética positiva para los seres humanos. Busquen estos sitios donde ustedes viven. Quizás, los encuentren.

Para finalizar este capítulo, quiero mencionar que existen ciertas técnicas del chi kung inconsistentes que han sido «importadas» a Europa en las cuales los adeptos tratan de trabajar con la «órbita microcósmica» sin limpiar y desarrollar previamente sus chakras y meridianos. En este caso, todo el trabajo se realiza solamente a nivel de las visualizaciones y, debido a esto, los adeptos no obtienen ningún efecto curativo ni purificante ni refinador.

«Capullo»

Los «capullos» energéticos, mencionados anteriormente, rodean los cuerpos de todos los seres encarnados. (También son llamados «cuerpos etéreos», pero hay que tener en cuenta que el significado de este término es confuso y algunos autores pueden usarlo para designar otras estructuras y estados cuando no saben cómo llamarlos de otro modo).

Los «capullos» están formados por los campos bioenergéticos de todas las células del cuerpo y pueden estar compuestos de varios estratos de energía de diferente densidad, localizados a diferentes distancias del cuerpo.

Los «capullos» de las personas sanas tienen una forma más o menos ovoide, aunque frente a los lugares enfermos sus fronteras pueden tener abultamientos o abolladuras que corresponden al aumento o a la reducción de la actividad bioenergética de las células de las partes afectadas del cuerpo. Este hecho tiene importancia para el diagnóstico extrasensorial, ya que permite detectar estos lugares afectados mediante la palpación de la frontera del «capullo» con la mano. Con todo, es recomendable también aprender a ver los «capullos» con la clarividencia.

Primero aprendemos a ver el propio «capullo» y luego los «capullos» de otras personas. La manera más fácil de hacerlo es a través del siguiente método: situamos la concentración de la conciencia (o «el punto de encaje», hablando en los términos de Don Juan Matus) en la zona localizada a una distancia de 50 centímetros detrás de los propios talones. Desde allí podemos observar el propio «capullo» desde adentro y empezar a limpiarlo.

La limpieza del «capullo» es también un método curativo importante, porque las energías patógenas pueden estar localizadas no solamente en el cuerpo, sino también en el «capullo».

«Las burbujas de la percepción»

El último conocimiento para esta etapa de trabajo consiste en que el «capullo» está compuesto de dos partes desiguales, llamadas por Don Juan Matus «burbujas de percepción» [10].

La división entre estas dos «burbujas» está al nivel de la clavícula. La «burbuja» alta abarca la cabeza y el cuello y la «burbuja» baja, el resto del cuerpo.

En otras palabras, la «burbuja» alta incluye el dantian alto y la «burbuja» baja, los otros dos dantianes y las piernas.

La «burbuja» alta es importante para interactuar con el mundo material y la «burbuja» baja, con el mundo no material. Desde la primera el practicante puede percibir el mundo de la materia y desde la segunda, otros eones.

El crecimiento cualitativo de la conciencia y el trabajo meditativo se realizan principalmente con la «burbuja baja de percepción».

Su parte principal es el dantian central. Refinándonos allí y expandiéndonos desde allí, nos acercamos a la Perfección. Estoy destacando esto nuevamente porque es la base de todo el trabajo psicoenergético y, de no seguir esta tendencia, nos desviamos del Camino y vagabundeamos malgastando nuestro tan valioso tiempo dado a nosotros para perfeccionarnos aquí, en la Tierra.

Para obtener logros meditativos, también es necesario desarrollar armoniosamente el dantian bajo (o hara), segundo componente importante de la «burbuja baja de percepción». No obstante, concentrarse sólo en su desarrollo considerándolo como la base del crecimiento espiritual es un gran error, propio, entre otros, de muchas escuelas de artes marciales.

Cabe mencionar que también existe la división del «capullo» en cuatro segmentos verticales. Pero de esto tiene sentido hablar sólo en las etapas mucho más avanzadas del desarrollo espiritual.

* * *

Los ejercicios descritos no sólo transforman a la persona que los practica, sino que también cambian la actitud de los demás hacia ella. Pues resulta más agradable comunicarse con tal persona o simplemente estar a su lado. También la gente comienza a visitarla para pedir consejos espirituales. Yo mismo fui testigo de muchas transformaciones de este tipo a mi alrededor.

Ahora recuerdo dos casos graciosos.

Una vez, después de la clase, una alumna se me acerca y se lamenta: «Todo lo que usted dice está muy bien, pero ¿qué puedo hacer con mi vecino del apartamento comunitario*? ¡Es que es malo y no he hablado con él durante años ni tampoco nos saludamos!». Yo le respondo: «Pues hoy en la tarde empiece a enviar su amor a él directamente a través de la pared usando la fórmula de la “Cruz de Buda”». En la próxima clase ella cuenta: «Hice como usted me dijo y en la mañana siguiente, cuando me encontré con el vecino en la cocina, él me sonrió y dijo: ”¿Y por qué no nos hemos saludado durante tantos años? ¡Saludémonos desde ahora!”».

Otro caso. Una mujer joven viene a la clase bañada en lágrimas. Le pregunto: «¿Qué pasó?». Ella cuenta que estaba en la playa tomando el sol y haciendo la «Cruz de Buda» cuando de repente se le acercó un niño y le dijo: «¡Señora, no vaya allí, allí hay una serpiente!». «¿Entonces por qué lloras?», le preguntó. «Es que fue la primera vez en 30 años que un niño por sí solo, voluntariamente, se me acercó».

El desarrollo de las funciones del corazón espiritual es el primer paso serio de una persona hacia Dios y puede convertirse para esta persona en el comienzo del gran Camino Recto hacia la Autorrealización espiritual plena, hacia la Perfección y hacia la Unión con Dios en el Aspecto de la Conciencia Primordial o Creador.

* * *

Todos los ejercicios con los chakras y los entrenamientos meditativos subsiguientes, es conveniente hacerlos de pie o a veces caminando.

Desarrollo del poder en la sutileza (la «cristalización» correcta de la conciencia)

Después de finalizar los cursos descritos, sólo unos pocos de los practicantes pueden empezar enseguida a dominar los métodos del siguiente —más alto— escalón del avance espiritual. Lo pueden hacer sólo aquellos que ya habían dominado estos escalones en sus encarnaciones pasadas y ahora simplemente los repasan. Los demás deben hacer una parada para reforzar los estados alcanzados.

Pero no es una llamada a la ociosidad. No. Hay que leer, reflexionar, estudiar, aspirar a ayudar a los demás y tratar de percibir cada vez más si Dios aprueba o no lo que hago. También es necesario entrar más profundamente en armonía con la naturaleza, especialmente temprano en las mañanas. Es bueno aprender a reconocer por sus nombres a los mejores cantores entre las aves y saber sintonizarse con su sutileza. Entre éstos están los zorzales, los mirlos, los estorninos pintos, las currucas capirotadas, las currucas mosquiteras, los petirrojos, las alondras, los zarapitos reales, las chochas perdices, los gallos lira y otros.

Además, podemos organizar clases especiales de estética que incluyan el análisis de diferentes géneros de las bellas artes.

En la etapa examinada del desarrollo, la mejor manera de acumular «el poder en la sutileza»* es a través de las meditaciones en los sitios de poder, a través de los baños en agua helada y a través del «trote meditativo». También podemos mencionar otras técnicas para la «cristalización» de la conciencia, por ejemplo, los ejercicios de fuerza especiales y los «giros» sufíes de cierto tipo. (Ambas técnicas serán eficaces sólo al realizarlas con unas meditaciones especiales de las cuales no es oportuno hablar en las páginas de este libro).

Es muy importante destacar que la «cristalización» correcta puede ser lograda sólo a través del crecimiento de la conciencia situada en el corazón espiritual y a condición de tener todas las estructuras de todos los dantianes, incluyendo las del dantian bajo, desarrolladas y en buen estado.

La «cristalización» es correcta siempre y cuando se realice a través del crecimiento de la conciencia en los eones sutilísimos. Así es como cultivamos en nosotros mismos la Divinidad. En cambio, la «cristalización» grosera, realizada por las personas que comen cuerpos de animales, que viven en emociones negativas y que no tienen una correcta aspiración espiritual puede convertirlas en diablos. Así, dependiendo del estado interior del practicante, los mismos ejercicios psicoenergéticos pueden dar el primer efecto o el segundo.

Por eso, es tan peligroso revelar los secretos del conocimiento esotérico sagrado a aquellos que no están preparados para usarlo adecuadamente.

Bañarse en el agua helada

Uno de los métodos maravillosos que sirven no sólo para la tonificación del cuerpo, sino también para el aumento del poder energético del organismo es bañarse en agua helada.

Fue calculado que al practicar este método, la frecuencia de las enfermedades causadas por el enfriamiento disminuye 60 veces y la frecuencia de las otras enfermedades, 30 veces. Bañarse en agua helada es un método curativo que sana muchas enfermedades, incluyendo la radiculitis, la hipertonía, la tuberculosis pulmonar, la diabetes sacarina, las enfermedades crónicas gastrointestinales, las inflamaciones de los órganos sexuales, los trastornos de los ciclos menstruales, las enfermedades cutáneas, etc. [23,29].

Existe la creencia de que es indispensable empezar a bañarse en agua helada desde el otoño, pero no es correcta. Se lo puede hacer aun en las heladas muy fuertes. Sin embargo, antes de empezar es recomendable aprender las técnicas descritas de autorregulación psíquica. En este caso, tales baños fortalecerán directamente los hábitos de permanencia en los estados psíquicos sutilísimos y salir a la helada sin ropa y sumergirse en agua muy fría no será solamente un acto volitivo, sino también un experimento dosificado y controlado sobre uno mismo para probar si puedo o no mantener los estados sutilísimos en un ambiente desfavorable. Al practicar este método, es conveniente tratar al máximo de no identificarse con las sensaciones del cuerpo y solamente observarlo desde la profundidad de los planos sutiles del espacio circundante.

Durante los baños en agua helada, el organismo responde al impacto del frío con estrés energético que puede ser acompañado con emociones positivas o negativas, lo cual depende de la afinación inicial y de la facultad para la autorregulación psíquica. El sistema energético del organismo aumenta considerablemente su actividad. Comienza la generación intensiva de calor. La afinación psíquica y la no identificación con las sensaciones del cuerpo permiten no sentir el frío ni en el aire ni en el agua aun durante heladas muy fuertes. Al salir del agua, el frío tampoco se siente por algún tiempo y durante las heladas suaves, incluso puede producirse la sensación de calor debido a que el organismo sigue produciéndolo. No obstante, después de unos 10-20 minutos sobreviene el agotamiento de los recursos del organismo y se produce el escalofrío. (A medida que uno sigue practicando este método, estas manifestaciones disminuyen). En los momentos así, el practicante puede calentarse mediante movimientos activos, en un lugar caliente o cerca de una hoguera. El estrés y el agotamiento del sistema energético del organismo desarrollan este sistema aumentando su movilidad y capacidades energéticas.

¿Cómo se practican los baños helados? Debemos entrar en el agua y enseguida sumergirnos completamente (con la cabeza) por poco tiempo. Al subir a la superficie, debemos esperar hasta que la respiración se calme y luego, reteniendo la respiración, debemos sumergirnos otra vez por un tiempo más largo. Durante este tiempo podemos observar cómo las condensaciones de energías negras salen volando del cuerpo, lo que da por resultado su curación.

Uno de los divulgadores más conocidos de la tonificación con el frío en Rusia era Porfiry Korneyevich Ivanov, quien demostró, con el ejemplo de su vida, la posibilidad de la unión armoniosa con la naturaleza en todas sus manifestaciones. Él, aun en las heladas muy fuertes*, andaba descalzo y sólo en calzoncillos, se bañaba muchas veces durante el invierno en los depósitos naturales de agua, se duchaba con agua de los pozos y pernoctaba sin ropa en la nieve.

Sin duda, bañarse en agua helada es la práctica más eficaz para templar el cuerpo, pero no se aflijan si cerca de su casa no hay un depósito de agua apto para este propósito. Usted puede, por ejemplo, correr descalzo sobre la nieve o, si existe tal posibilidad, acostarse sin ropa sobre ésta. También puede permanecer acostado en una bañera con agua fría por algún tiempo.

Con todo, hay que tener en cuenta que el agua con una temperatura mayor a 8 grados centígrados ya no inicia eficazmente los procesos energéticos descritos. Bañarse en esa agua es menos eficaz y puede incluso causar un resfrío a las personas no entrenadas.

Los tratamientos con el frío también pueden ser realizados junto con los entrenamientos especiales para deshacerse del cansancio o cuando sentimos que, por alguna razón, hemos perdido la armonía interior o dejado de ver la luz en nosotros mismos.

Todos estos tratamientos deben ser realizados necesariamente a la par con la autorregulación psíquica y no sólo como actos volitivos. Tampoco es adecuado tratar de intensificar el efecto con los contrastes bruscos de temperatura. Por ejemplo, si queremos echarnos encima un balde de agua fría, primero sumergimos allí las manos y experimentamos cómo los flujos de frescura y alegría dichosas suben a través de éstas. Luego lavamos la cara con esta agua y experimentamos la alegría y frescura que entran en nosotros a través del rostro. Echamos un poco de esta agua con las manos sobre la cabeza e imaginamos que es el agua de un charco primaveral de un prado, que es la primavera misma. ¡Entonces aparecerá el deseo sincero de unir el cuerpo entero con esta agua!

Después de bañarnos o ducharnos, observemos los procesos energéticos en el organismo. Podemos ver allí la ignición de luz-fuego blanco brillante que debemos avivar y expandir uniformemente por todo el espacio dentro del cuerpo. Este fuego elimina las energías groseras y sana el cuerpo.

Para finalizar este capítulo, debemos mencionar que aun las personas que no dominaban previamente la autorregulación psíquica fueron salvadas de graves enfermedades consideradas incurables, incluso del cáncer, a través de la práctica de los baños en agua helada. También son conocidos muchos casos de sanación rápida de las enfermedades respiratorias en estado agudo a través de este método. Además, los entusiastas de los baños helados ya acumularon cierta experiencia en la curación de los niños, y este tema merece ser estudiado bajo todos los aspectos.

No obstante, debemos destacar que los baños en agua helada no son una panacea*. Por ejemplo, durante las enfermedades crónicas, cuando se producen solamente pequeños aumentos de la temperatura del cuerpo, este método no siempre da resultados positivos. Según parece, en estos casos el organismo ya no tiene recursos energéticos que puedan ser activados a través de la sumersión en agua helada y a estos enfermos, más bien, les pueden ayudar los baños hipertérmicos (de alta temperatura) [31].

Es inadmisible forzar a alguien a tomar los baños en agua helada, aun con los propósitos curativos, puesto que la efectividad de este método depende en alto grado de la disposición psíquica del participante.

Trote Meditativo

Un método muy eficaz que permite aumentar el potencial energético del organismo y desarrollar su sistema energético es el trote meditativo. Originariamente, esta técnica fue elaborada por los buscadores espirituales del Tíbet y es conocida como Lung-gom. En Rusia este método llegó a ser popular —en su versión grupal— gracias a los esfuerzos de Yan Kotlunov (Moscú).

La esencia de esta técnica consiste en que los practicantes, durante un prolongado trote grupal a ritmo lento, realizan los pranayamas y las meditaciones que a) distraen de las sensaciones del cuerpo permitiendo de esta manera no concentrarse en el cansancio, b) crean un estado emocional positivo y estable, c) ejercitan la facultad para la concentración, visualización y meditación, d) desarrollan «el poder personal» (poder de la conciencia), e) proporcionan el entrenamiento equilibrado de los sistemas muscular, respiratorio, cardiovascular y otros, etc.

Durante el trote meditativo que se realiza en grupos de 5 a 50 o más personas, un instructor dirige toda esta actividad y dicta todos los ejercicios de manera ininterrumpida.

A distinción de la autorregulación psíquica en su variante estática, durante el trote meditativo todos los ejercicios se hacen a un nivel energético mucho más alto, lo que aumenta significativamente la efectividad de estos ejercicios.

La sintonización psíquica de todos los participantes del trote y el funcionamiento monótono del sistema muscular contribuyen a una mejor concentración.

Es oportuno usar este método después de dominar los fundamentos de la autorregulación psíquica. No es recomendable incluir en el grupo a los principiantes no preparados en este aspecto, puesto que ellos no podrán realizar el trabajo meditativo sincrónicamente con el grupo y así dificultarán esta actividad para todos.

Más adelante presentaremos nuestra modificación de esta técnica en forma de un programa modelo de dos horas aproximadamente (sin tomar en cuenta el tiempo de los ejercicios de calentamiento). Como veremos más adelante, este programa es una etapa preparatoria para los métodos más altos del trabajo espiritual descritos en este libro.

Los primeros entrenamientos en el trote meditativo no deben durar más de 30 minutos (luego podemos aumentar gradualmente su duración).

Debido a ciertas reestructuraciones que tienen lugar en el sistema muscular durante los entrenamientos, es necesario aumentar la cantidad de proteína en la alimentación. Se lo puede hacer con los productos lácteos, huevos, nueces, hongos, etc. Después de los entrenamientos es bueno tomar leche.

También menciono que las mujeres pueden tener atrasos de la menstruación (esto es un hecho bien conocido en la medicina del deporte); no hay que preocuparse.

Si uno va a trotar de mañana, puede hacerlo sin comer nada y solamente beber un vaso de agua con una cucharada de miel o de mermelada. Si va a trotar más tarde, debe tener en cuenta que es imposible hacerlo con el estómago lleno, por lo que es necesario comer varias horas antes.

La ropa para el trote meditativo debe ser ligera. Por ejemplo, si la temperatura del aire es superior a cero grados centígrados, es suficiente poner sólo un traje deportivo. Con una temperatura de 10 o menos grados bajo cero, uno puede ponerse dos pantalones deportivos, un suéter ligero y una gorra, aunque también puede vestirse más ligeramente. Durante estos ejercicios es preciso evitar el sobrecalentamiento del cuerpo.

En el verano, cuando hace calor, es oportuno trazar la ruta del trote cerca de los depósitos naturales de agua y hacer paradas para bañarse. O es mejor aún trotar en la mañana y después quedarse cerca del agua para el resto del día. Durante este tiempo, puede haber charlas y diversas clases sobre, por ejemplo, los recursos alimenticios del bosque.

En el invierno se puede terminar el trote al lado de un agujero en el hielo para bañarse allí (sin embargo, cerca debe haber necesariamente un lugar caliente o una hoguera grande hecha con anticipación).

Si ninguna de las opciones mencionadas está disponible, se puede tomar una ducha. Es indispensable lavar el cuerpo después del trote; de lo contrario, uno puede sentirse mal.

Antes del trote, los participantes deben realizar obligatoriamente los intensos ejercicios físicos de calentamiento que incluyen el trabajo con todas las articulaciones y músculos del cuerpo (pueden encontrar su descripción en uno de los capítulos anteriores). En el invierno es mejor hacer estos ejercicios en un lugar cerrado para salir al frío con el cuerpo ya precalentado.

Luego empezamos el trote. El instructor debe trotar detrás del grupo para que todos escuchen su voz. Al comenzar, indica a los participantes cómo mantener la postura correcta del cuerpo:


—Atención a la postura. El tronco debe permanecer recto. Podemos inclinarlo un poco hacia atrás. El cuerpo debe permanecer en una posición tal que los músculos de la espalda no se tensen. Relajamos los músculos de la espalda. Echamos la cabeza un poco hacia atrás. Relajamos los músculos posteriores del cuello.

Atención a las plantas de los pies. Las ponemos rectas con las puntas dirigidas hacia delante. Las plantas están relajadas. Tocan la tierra suave y tiernamente. También relajamos los músculos de las piernas. Experimentamos que están relajadas todo el tiempo, de modo que no se sienta el momento en que tocan la tierra.

Atención al tórax. ¡Elevémoslo! Experimentamos que las clavículas están sobrepuestas al tórax como unas tablitas; experimentémoslas. Durante todo el trote, el tórax debe permanecer ensanchado.

Inhalamos expandiendo el tórax y lo dejamos en este estado. Relajamos el abdomen y, si hemos ensanchado el tórax, éste no colgará.

Vigilamos que el cuerpo no se incline hacia delante, de lo contrario se cansará rápido. Fijamos la posición correcta del cuerpo. Atención a las palmas de las manos. Están relajadas y cuelgan libremente.

Imaginamos que un extremo de un alambre muy largo está fijado a la coronilla y su otro extremo, a un objeto espacial distante. El cuerpo está colgado de este alambre y casi no toca la tierra, está relajado.

Movemos la concentración de la conciencia al chakra muladhara y desde allí dirigimos la vista hacia el centro de la Tierra. Vemos allí el mar de la Luz-Fuego. Desde el muladhara dirigimos hacia esta Luz un rayo. Este rayo alcanza el depósito de este Poder. Un impulso de energía sube como respuesta por el rayo hacia arriba llenando todos los chakras y el cuerpo entero. Repetimos este ejercicio. La concentración está en el muladhara. ¡Enviamos nuestro rayo hacia el centro de la Tierra y recibimos un impulso de Poder como respuesta! Experimentamos la energía en todos los chakras. El cuerpo entero se ha llenado de poder y de luz y se ha erguido. La densidad de la energía crece. Repitámoslo una y otra vez.

Vemos debajo de la superficie de la Tierra, a una profundidad de 30 metros, una aspiradora gigante cuya boquilla está dirigida hacia arriba. Ahora vamos a prenderla para que absorba y luego mande todas las energías oscuras que están dentro y fuera de nosotros al centro de la Tierra, donde serán quemadas. Prendemos su motor. Ya comenzó a zumbar. La fuerza del flujo de aire aumenta. Observamos el espacio alrededor del grupo y vemos cómo las energías oscuras vuelan hacia abajo y son absorbidas por la aspiradora. Observamos la ruta de su vuelo. Estas energías se precipitan a una tremenda velocidad hacia el centro de la Tierra y desaparecen allí.

Examinamos el espacio alrededor del cuerpo de cada uno en el radio de un metro. Prendemos un interruptor y la potencia del motor aumenta al doble. Observamos cómo se desprenden y vuelan hacia abajo los pedazos oscuros. Examinamos detenidamente el espacio alrededor de la cabeza…, del cuello…, del tórax…, del abdomen…, de la pelvis…, de los muslos…, de las piernas..., de los pies…

Ahora prestamos atención al espacio dentro del cuerpo. Prendemos nuevamente el interruptor. ¡La potencia aumenta al cuádruple! La aspiradora comienza a zumbar, a temblar aún más. La tremenda succión arranca todo lo oscuro que todavía ha quedado en el cuerpo. Examinamos la cabeza, el cuello, el tórax, el abdomen, la pelvis, las piernas. El cuerpo se llena de una luz purísima que viene desde arriba en lugar de aquello que fue llevado.

Volvemos las palmas de las manos hacia arriba. Visualizamos en cada una de éstas una pelota de tenis formada de luz blanca dorada. Lanzamos estas pelotas de una mano a la otra. Las pelotas se vuelven cada vez más brillantes. Las unimos en una sola bola sobre la mano izquierda. Vamos a inflar esta bola con la energía de nuestros anahatas.

«Inhalamos» a través del muladhara desde abajo y «exhalamos» a través del anahata hacia delante en la bola. «Inhalamos» a través del muladhara, «exhalamos» a través del anahata. (Repitámoslo 10 veces). La bola ya tiene el tamaño de una gran sandía. (Hacemos unas cuantas insuflaciones más en la bola). Ya tiene el diámetro de un metro. Unamos todas nuestras bolas en una sola. Observamos su superficie interna desde adentro. Esta membrana nos separa del espacio circundante. Dentro de la bola, hay un ambiente sutilísimo y transparente, lleno de luz clara. Aquí respiramos con mucha facilidad y experimentamos una maravillosa ligereza e ingravidez. Parece que todos los cuerpos se unen en uno solo dentro de la bola, en un solo organismo. Continuamos trotando en el interior de la bola.

Hacemos una serie de pranayamas. «Inhalamos» la luz a través de las piernas y la «exhalamos» a través del muladhara hacia delante expulsando todo aquello que bloquee el movimiento de la luz. Es aquella luz que puede ser vista en abundancia debajo de la superficie de la Tierra. A través de la pierna izquierda «inhalamos» y a través del muladhara «exhalamos» (3-4 veces). A través de la pierna derecha «inhalamos», a través del muladhara «exhalamos» (3-4 veces). A través de la pierna izquierda «inhalamos», a través del svadhisthana «exhalamos». (Y así sucesivamente con todos los chakras). A través del muladhara «inhalamos» y a través del anahata «exhalamos» (3-4 veces). A través de la columna «inhalamos» desde abajo y a través del ajña «exhalamos» (3-4 veces). A través de la pierna izquierda «inhalamos» y a través de toda la parte derecha del cuerpo «exhalamos» (3-4 veces). A través de la pierna derecha «inhalamos» y a través de toda la parte izquierda del cuerpo «exhalamos» (3-4 veces). A través del brazo izquierdo «inhalamos» y a través del brazo derecho «exhalamos» (y viceversa). A través del muladhara desde abajo «inhalamos» y a través del sahasrara hacia arriba «exhalamos». (Hacemos esto varias veces formando un flujo constante de luz). Detenemos este flujo y observamos la nube de luz que se ha formado sobre nosotros. Esta nube quiere derramarse, quiere entrar en nuestros cuerpos. Nos abrimos a ésta y la dejamos entrar y llenarnos de su ternura y pureza.

Visualizamos entre las palmas un pequeño sol. Contemplamos su luz dorada, experimentamos su caricia. Luego este sol se desintegra y a través de los brazos absorbemos su calor y su luz en nuestros anahatas experimentando allí una expansión agradable. Ahora irradiamos esta luz y calor desde el anahata hacia todo lo viviente alrededor.

Entramos con la concentración de la conciencia en la parte derecha del anahata. Encontramos allí el estrato de luz más sutil y echamos fuera del chakra todos los otros estratos más densos. (Lo mismo hacemos con la parte derecha del vishuddha, del ajña, del sahasrara, luego hacemos lo mismo con la parte izquierda del sahasrara, del ajña, del vishuddha y así sucesivamente en ronda).

Nos experimentamos como zorros. Un zorro pelirrojo con una cola grande y lanosa corre tranquilamente por el bosque. Correr es su estado natural. Corremos sobre el musgo verde y suave, entre los troncos de los árboles, entre los arbustos y las piedras. Corremos sin prestar atención a nada más. El zorro tiene una meta por delante: debe presenciar la salida del sol. Delante de nosotros se encuentra una colina sin bosque. Corremos por su cuesta hasta la cima y nos quedamos parados allí. Desde la cima podemos contemplar cómo detrás del bosque empieza a salir el sol. Estamos esperando exaltados y preparados… Subiendo, el sol toca la colina con su luz. Contemplamos su disco. La luz del sol fluye hacia nosotros y llena nuestros cuerpos. Éstos se colman de luz y esta luz se condensa y se vuelve líquida. Distribuimos esta luz por todo el cuerpo, desde la cola hasta los ojos. Observamos cómo aumenta la concentración de esta luz líquida en el cuerpo.

Ahora cada uno de nosotros es un ciervo fantástico. Saltamos y levantamos el vuelo deleitándonos en la libertad. Nuestros cuerpos se llenan de dicha y júbilo mientras volamos sobre bosques y campos en la ternura de una mañana serena y en la luz dorada del sol. Nos colmamos de felicidad, de éxtasis y de deleite. Respiramos a pleno pulmón la frescura del viento suave, mezclado con la luz del sol. Debajo de nosotros, podemos ver un bosque con un río y unas colinas cubiertas de hierba y de arbustos. Una ola de viento ligero acaba de correr por las hojas de los árboles. Nos acercamos a la tierra. Llega el aroma de las flores. Tocamos la tierra, saltamos nuevamente y volamos dentro del espacio lleno de luz. ¡Experimentamos otra vez la infinita alegría del vuelo! Experimentamos el calor de los rayos solares que tocan suavemente la piel. ¡Sonreímos al sol, al mundo entero, a todo lo viviente: a las flores, a las hierbas, a las aves, a los árboles, a los escarabajos, a las mariposas, a los animalitos y a las personas! ¡Queremos llenarlos a todos de luz alegre, encender y derretir las almas endurecidas y groseras! ¡Qué felicidad es vivir en armonía con todo y todos! ¡Qué felicidad es vivir en amor!

Regresamos a nuestros cuerpos que están corriendo. Vamos a formar a su alrededor una «envoltura» de luz. «Vendamos» el cuerpo poniendo una venda ancha a una distancia de 50 centímetros del cuerpo empezando por los pies. Lo hacemos en espiral en sentido horario si miramos desde abajo. Formamos la envoltura alrededor de los pies…, piernas…, muslos…, pelvis…, abdomen…, tórax…, cuello…, cabeza…. Ahora tocamos desde adentro con los brazos de la conciencia las paredes de esta envoltura. Vemos sobre nosotros mismos el propio reflejo, como una copia idéntica, un doble que corre con los pies hacia arriba. Ahora procedemos a formar la «envoltura» alrededor de su cuerpo: alrededor de la cabeza…, cuello…, tórax…, abdomen…, pelvis…, muslos…, piernas…, pies… Nos separamos de la «envoltura» y subimos a unos cinco metros. No miramos abajo. Nos deleitamos con la frescura del viento, con la inmensidad y la libertad. Elevémonos sobre el parque (bosque, avenida, estadio…). Alrededor de nosotros vuelan las aves, les saludamos. Subimos hasta las nubes (si hay nubes) y las contemplamos desde abajo. Nos preparamos para atravesarlas y llegar allí donde brilla el sol (si trotamos de día). ¡Por un segundo nos convertimos en un cohete pequeño y, atravesando las nubes, llegamos al mundo de júbilo y de luz! La luz del sol se refleja en las nubes brillantes que quedaron abajo. ¡Por todas partes resplandecen la alegría y los rayos del sol! ¡Nos deleitamos en la luz y nos llenamos de su gozo!

Ahora viajamos hacia el cosmos. Abandonamos el sistema solar y planeamos en la inmensidad del universo infinito. A nuestro alrededor están las estrellas, el silencio… Experimentamos plenamente la eternidad y la infinidad del universo. Las estrellas centellean. Este es el pulso del cosmos. Experimentamos este ritmo. Experimentamos el centelleo rítmico de las estrellas. Por todas partes están el silencio, la tranquilidad, la eternidad y la infinidad.

Empezamos a regresar al sistema solar. Nos acercamos al Sol que se vuelve cada vez más grande. ¡Nos sumergimos en la luz de sus tiernos rayos y nos llenamos nuevamente de éstos! ¡Experimentamos el éxtasis! Nos sostenemos en el aire sobre las nubes deslumbrantemente blancas y luego nos zambullimos en éstas atravesándolas. Al otro lado está la superficie de nuestro querido planeta con sus bosques, ríos, campos, pueblos y ciudades… Comenzamos a bajar. Volamos sobre la superficie de la Tierra brillando para todo lo viviente con la luz solar que hemos acumulado. Regalamos nuestro cariño y ternura a los árboles, aves, animalitos y personas. Deseamos a todos los seres humanos que vivan en paz y armonía con el resto del mundo. Vertemos la luz de amor en todos los corazones vacíos y endurecidos. ¡Que se liberen de la grosería, del odio, de la violencia, de la avidez, de la mentira y de la embriaguez! ¡Que todos los corazones se llenen de luz solar!

Bajamos hasta nuestra ciudad, hasta el parque. Seguimos bajando. Vemos un grupo de personas corriendo. Estos son nuestros cuerpos. Nos acercamos a éstos y nos unimos con ellos.

Seguidamente bajamos al muladhara. Enviamos desde allí un rayo hacia el centro de la Tierra y recibimos como respuesta un impulso de Poder que llena todos los chakras y todo el cuerpo (repetimos este ejercicio 3-4 veces).

Trabajemos algún tiempo con la «órbita microcósmica». Después nos experimentamos en el anahata…, en el manipura…, en el svadhisthana…, en el muladhara…, de nuevo en el svadhisthana, en el manipura…, en el anahata, en el vishuddha…, en el ajña…, en el sahasrara, sobre la cabeza. Nos bañamos en luz, volamos en la libertad. ¡Experimentamos la alegría, la ternura, la pureza y la sutileza de la luz solar!

Empezamos a condensar nuestra forma voladora atrayendo dentro de ésta, como con un imán, la luz del espacio sutilísimo. La forma voladora asume los contornos del cuerpo humano, se condensa, se llena de luz y empieza a brillar por sí misma como un sol matutino transformándose en un «doble solar». Unamos lentamente estos dos cuerpos (el cuerpo real y el cuerpo «solar»). Ahora experimentamos dentro de nosotros la luz del sol condensada, la carga preciosa del elixir dorado. Nos aseguramos de que este elixir esté distribuido homogéneamente en todo el cuerpo.

Colocamos entre las manos una bola de luz blanca ligeramente dorada, del tamaño de una pelota. La ubicamos frente al manipura. Luego conectamos al chakra un tubo desde atrás a través del cual la luz comienza a fluir precipitadamente atravesando el chakra y entrando en la bola. La densidad de la luz en la bola aumenta (pero ésta no se infla). Llenamos la bola hasta el límite, separamos el tubo y lo disolvemos. La atención está en la bola. ¡Allí se inician los procesos que provocan un gran crecimiento de la presión! ¡Un fuego blanco dorado de naturaleza muy sutil está ardiendo intensamente en la bola! Con los brazos de la conciencia, hacemos entrar esta bola en el manipura. ¡El poder expande el chakra! ¡El cuerpo entero se llena de un inmenso poderío! ¡Es difícil detener el cuerpo! ¡Éste quiere dar unos saltos gigantes, moverse rápidamente! Desde el manipura empieza a salir un triángulo rojo. Éste arrastra el cuerpo por el abdomen, acelerándolo. (Después de uno o dos minutos, detenemos la aceleración con la siguiente orden:) ¡Disolvamos el triángulo! ¡Los primeros troten en el mismo lugar! Nos juntamos de nuevo. Con el manipura «inhalamos» y con el vishuddha «exhalamos». (Hacemos esto varias veces).

Visualizamos frente al anahata una fragante rosa de color blanco rosado. Los rayos del sol naciente se reflejan en las gotas de rocío sobre sus tiernos pétalos. Hacemos entrar esta flor en el anahata y el chakra se llena de su fragancia sutil. (Introducimos la visualización de esta rosa en todos los chakras uno tras otro).

Nos sumergimos en el azul de un cielo matutino despejado. Hacemos entrar esta luz en el cuerpo y llenamos con ésta su espacio interior. Luego llenamos todo el cuerpo con la luz dorada del sol naciente.

(Si se está en época de invierno y hay nieve limpia, pueden quitarse los zapatos y trotar descalzos por la nieve).

Seguimos trotando. La concentración está en el centro de las palmas. Allí aparece un calor pulsante. ¡Sentimos el pulso en las palmas! ¡Sentimos el pulso! ¡El pulso! La concentración está en las almohadillas de los dedos pulgares. ¡Allí aparece el calor y el pulso! ¡Sentimos el pulso! ¡El pulso! (Y así sucesivamente en los espacios entre los dedos y luego en las almohadillas de las falanges distales de todos los dedos).

Sentimos las palmas de las manos. ¡Allí hay un calor pulsante! ¡El pulso! ¡El pulso! Sentimos los brazos en toda su extensión, luego los brazos junto con el tórax y luego los brazos junto con la cabeza. ¡Sentimos el pulso en toda la parte superior del cuerpo! ¡Todo el cuerpo se transforma en un corazón pulsante! ¡Nos experimentamos como un corazón pulsante! Éste se vuelve dos veces más grande, diez veces más grande. ¡Ya nos hemos convertido en un enorme corazón pulsante, un órgano poderoso e infatigable, lleno de sangre caliente! ¡Dentro de este órgano, hay un tremendo e inagotable poder! ¡Pulsamos! ¡Nos experimentamos como un corazón pulsante! Gradualmente nos comprimimos, nos condensamos y volvemos a experimentar el propio cuerpo sintiendo en éste el poderío condensado del corazón gigante.

Dirigimos la mirada hacia el espacio de luz sobre la cabeza. Nos expandimos como conciencias en el espacio circundante. Nos concentramos en las plantas a nuestro alrededor: en la hierba, en las flores, en los arbustos y en los árboles. (Si es época de invierno, hacemos las exclusiones correspondientes). Experimentamos su estado y les enviamos nuestra ternura. Nos sintonizamos con el estado emocional de los pájaros cantores y les enviamos nuestro amor.

Una pared de viento-luz se nos acerca desde atrás. Esta luz sutilísima pasa a través de nuestros cuerpos y lleva todas las capas densas. Todas las envolturas han sido llevadas y nos experimentamos incorpóreos planeando en el espacio de luz, siendo movidos por el viento-luz. Todos nos unimos en una gran bola de luz y planeamos.

Nos condensamos en forma de cisnes blancos y de esta manera cada uno recupera otra vez su individualidad. Levantamos el vuelo bajo los rayos del sol matutino. El azul del cielo está sobre nosotros y unas nubes blancas brillantes flotan allí. Disfrutamos del vuelo y sentimos el calor suave de la luz tierna del sol. Nuestras plumas están vibrando ligeramente en los flujos del aire templado. Movemos las alas con suavidad. Miramos abajo. Allí hay un río que serpentea en el bosque y lleva sus aguas hacia un gran lago con islas. Descendemos y nos acercamos al agua. Ya estamos muy cerca de su superficie cristalina. Nos posamos en el agua, nadamos un poco y nos paramos mirando alrededor. Todos los cisnes hablan entre sí en su propio lenguaje musical. Agrupémonos nadando uno hacia el otro. Luego ahuecamos el plumaje y ponemos tiernamente la cabeza sobre la espalda de algún compañero de la bandada. El vishuddha se colma del éxtasis de este momento.

Nadamos hacia una isla verde de carrizo y luego contemplamos con admiración su reflejo en el agua. ¡Bueno, ya es hora de volver a volar! Levantamos el vuelo suavemente y nos dirigimos hacia el sol. Subimos cada vez más. Dejamos que la luz solar entre en nuestros cuerpos, se condense allí y nos llene desde la cola hasta los ojos. Volamos hacia el sol y nos llenamos de su condensada luz dorada. Todo el cuerpo se colma de la luz-fuerza extática y espesa, del poder inquebrantable del amor.

Descendemos y caemos en nuestros cuerpos humanos. El combustible dorado de la vida se extiende dentro de éstos. Creamos una densidad elevada de este combustible en los chakras bajos. Nuevas porciones de luz espesa llegan desde arriba a nuestros cuerpos y éstos se llenan hasta el límite.

(El siguiente ejercicio puede ser usado para superar las cuestas empinadas en la ruta del trote). Una fuerte corriente de luz blanca sube desde la tierra hacia nuestros cuerpos a través del muladhara y los infla como globos. Los cuerpos se vuelven ingrávidos. Ya es difícil mantenerlos cerca de la superficie. Éstos quieren apartarse de la tierra y levantar el vuelo. Con dificultad logramos alcanzar el camino con los pies. Se necesitan tremendos esfuerzos para mantenernos cerca de la tierra.

Entramos en el anahata con la concentración de la conciencia, miramos desde allí el mundo circundante. Luego hacemos lo mismo con otros chakras. Entramos en el manipura, miramos desde allí…, en el svadhisthana…, en el muladhara…, nuevamente en el svadhisthana…, en el manipura…, en el anahata…, en el vishuddha…, en el ajña…, en el sahasrara… Nos experimentamos sobre el sahasrara como una nube brillante en forma de disco. Atraemos luz dentro y nos volvemos cada vez más resplandecientes. Todos nos unimos en un gran disco. El disco empieza a atraer la luz sutilísima del espacio circundante y a llenarse de ésta. La luz dentro del disco se hace cada vez más brillante. A medida que la densidad de la luz en el disco aumenta, éste atrae más energía del espacio. Acumulamos un tremendo poderío. Ahora el disco puede trasladarse en el espacio a la velocidad del pensamiento. Así que nos trasladamos a las alturas más allá de las nubes, al resplandor de la luz solar. Luego nos ubicamos mucho más atrás de los cuerpos, después mucho más adelante. Estiramos hacia los cuerpos unas bandas de luz y fijamos cada banda al centro del abdomen del cuerpo. Ahora llevamos los cuerpos a remolque. El disco aumenta lentamente su velocidad y las bandas se tensan. Jalamos el cuerpo a remolque por el centro del abdomen. La velocidad aumenta suavemente. Las bandas se convierten en cordones umbilicales y a través de éstos la energía del disco pasa a los cuerpos. Los cuerpos se llenan del poder que era propio del disco y de las cualidades propias de éste.

Nos experimentamos nuevamente cada uno como una nube sobre el cuerpo. Atraemos dentro la luz del espacio circundante. Gracias a esto, nos volvemos más condensados y asumimos la forma humana. Nos convertimos en un «doble solar» que trota en el «segundo piso» sobre la cabeza del cuerpo. Nos experimentamos totalmente en el «segundo piso». Trotamos en el espacio de la luz dorada, atraemos esta luz dentro de nosotros y la condensamos. La luz en el cuerpo del «doble solar» se vuelve cada vez más espesa, más condensada. (Podemos hacer la meditación «Cruz de Buda», varios pranayamas y otros ejercicios en el «segundo piso»).

Bajamos a la tierra y nos ubicamos a la derecha del cuerpo. Lo tomamos de la mano derecha. Trotamos juntos teniéndonos de las manos. Luego nos unimos con el cuerpo y experimentamos el poder extático del elixir dorado que se extiende por el cuerpo.

Atención al muladhara. Experimentamos este chakra como un fundamento firme. La casa construida allí nunca sufrirá desgracia alguna. Experimentamos el poder del elixir dorado en el muladhara. Con un rayo unimos el muladhara con la Luz de Fuego que está en el centro de la Tierra y llenamos el chakra con el Poder que hay allí. El muladhara se llena al límite de la luz condensada, de la energía y del poder.

Empezamos a caminar y nos asombra que sea tan insólito hacerlo. El trote se convirtió en un estado natural del organismo, ¿verdad? Observamos la respiración, el pulso. Éstos están normales como durante una caminata.


Después del trote es indispensable bañarse o ducharse. También es bueno hacer relajación y otros ejercicios.

Menciono que tanto la ligereza impresionante como la riqueza de las emociones positivas que surgen durante el trote meditativo grupal no se logran durante el trote meditativo individual.

Les doy otros ejemplos de las meditaciones que pueden ser incluidas en el programa del trote:


«Cruz de Buda» dictado por el instructor.

En el «segundo piso» podemos desviarnos de la trayectoria anterior y hacer muy lejos de ésta lo que el instructor nos dicte.

Durante el trote por un sendero en el bosque o parque, «agrandamos» los brazos que salen de los anahatas y tocamos, acariciamos tiernamente con éstos las copas de los árboles.

Salimos del cuerpo y nos adelantamos corriendo. El cuerpo queda muy atrás. Trotamos muy por delante de éste, luego trotamos cerca de éste tomándolo de la mano. Después lo empujamos por la espalda apresurándolo. (Esta meditación puede convertirse fácilmente en un juego divertido lleno de bromas. Los testigos ocasionales se asombran viendo un grupo de corredores que ríen en vez de estar agotados y cubiertos de sudor como unos deportistas).

Durante el trote en el «segundo piso», conectamos unas «mangueras cósmicas» a los chakras y los llenamos de «combustible cósmico». Llenamos el muladhara del «combustible de la vida eterna», el svadhisthana, de pureza y sutileza transparentes, el manipura, de la energía del movimiento fuerte y armonioso, el anahata, de la luz blanca del amor total e incondicional, el vishuddha, de la sutileza matutina del azul del cielo y de los primeros rayos dorados del sol, del rocío matutino y del aroma de las flores, el ajña, del «combustible activo y dinámico del intelecto», el sahasrara, de la luz cósmica sutil omnipresente. Experimentamos la integridad y la buena coordinación del sistema entero de los chakras y todo el organismo. Experimentamos su indestructibilidad y su capacidad para enfrentar todas las dificultades del camino. La perfección consiste primeramente en el Amor. Experimentamos dentro de nosotros el Amor hacia todo lo viviente. La perfección consiste en la Sabiduría. Nos llenamos de comprensión hacia todos y todo y unimos esta cualidad con el Amor. La perfección consiste en el Poder. Experimentamos dentro de nosotros un poder inquebrantable, unido con el Amor y la Sabiduría y la disposición para un gran servicio abnegado. Experimentamos dentro de nosotros las cualidades de Aquellos Que ya han alcanzado la Perfección. Experimentamos la identidad con Ellos. Los experimentamos a Ellos en nosotros. ¡Experimentamos la sencillez y serenidad de Su Amor perfecto, Su Sabiduría profunda, universal y poderosa, Su valentía ilimitada y el carácter invencible de Su Poder absoluto! ¡Grabamos todas estas cualidades en nosotros mismos para siempre!

Nos experimentamos trotando detrás de nuestros cuerpos. Con los brazos de la conciencia, los limpiamos por dentro y por fuera de todo lo oscuro. Los lavamos con una manguera y los llenamos de luz.

Experimentamos todas nuestras estructuras energéticas principales en el «segundo piso». Trabajamos allí con la «órbita microcósmica». Nos concentramos en el chitrini al nivel del anahata y desde allí volamos hacia adelante a través del anahata a la inmensidad de la luz sutilísima. Nos expandimos allí y experimentamos nuestra identidad con esta luz. Nos condensamos nuevamente en el «segundo piso» hasta tener el tamaño del cuerpo humano. Experimentamos cómo se esparció esta fuerza por el cuerpo que trota en el «segundo piso». Este cuerpo se hizo fuerte y elástico. Tensamos los músculos de sus piernas…, de la sección lumbar…, de los brazos…, del tórax…, sentimos muy bien la tensión de todos los músculos de la espalda. Con un cuerpo elástico y fuerte, saltamos en el «segundo piso», damos un salto mortal. Luego trotamos allí alzando las rodillas, después alzando los talones.

Nos concentramos en el centro del abdomen. Sacamos de allí un «tentáculo» y lo fijamos en una nube distante. Pasamos toda la atención al «tentáculo». Lo contraemos para que arrastre el cuerpo. ¡No hagamos ningún esfuerzo adicional con los músculos! Solamente contraemos el «tentáculo» (al hacerlo, la velocidad del trote aumentará muchísimo, pero no sentiremos ningún esfuerzo físico).

Empezamos a caminar. Fijamos el «tentáculo» a diferentes objetos y nos acercamos a éstos. Estudiamos el mecanismo del funcionamiento del «tentáculo». Lo tensamos y lo relajamos. Al contraerlo, la energía del cuerpo no se gasta y el cuerpo no se cansa.

Nos experimentamos trotando detrás de los cuerpos. Con un cetro de luz, limpiamos el meridiano central desde abajo hasta los chakras de la cabeza.

Permitámonos juguetear y retozar. Trotamos delante del cuerpo a una gran distancia. Damos saltos mortales. Al darlos, pateamos de una manera intencionalmente chistosa. No debemos tener vergüenza, ya que ningún extraño nos puede ver. Observamos cómo lo hacen otros compañeros (trotamos y reímos).

Trotamos en el «segundo piso». Lo experimentamos como una casa paterna, muy familiar y acogedora. Antes de bajar al «primer piso», fijamos en el «segundo piso» las puntas de unos elásticos. Éstos se estirarán y no van a molestarnos, pero con su ayuda siempre podremos subir al «segundo piso». Fijamos los elásticos y bajamos al «primer piso». Fijamos otro extremo del elástico en el centro del abdomen. Tocamos el elástico con los brazos, lo contraemos y enseguida nos encontramos en el «segundo piso».

(La siguiente es una técnica para subir una colina). Nos imaginamos en una corriente rápida de agua que nos lleva hacia adelante a una velocidad muy alta.

Nos sumergimos en el espacio de luz dentro del cuerpo. Examinamos este espacio y lo ampliamos. Nos dirigimos hacia la Luz dentro de la Tierra. Percibimos la Tierra como un planeta vivo que nos ama. ¡Sentimos profundamente la naturaleza de la Luz que llena la Tierra, y ya no debemos tener más dudas acerca de que la Tierra está viva y nos ama como a sus hijos! Le enviamos nuestra emoción de agradecimiento.

Nos sumergimos en la Luz de la Tierra. Experimentamos que esta Luz es familiar para nosotros y es tierna. Nos sumergimos en ésta completamente y nos expandimos como conciencias desde los anahatas por todo el espacio dentro de la Tierra. Ahora somos idénticos a nuestro querido planeta y cada uno se experimenta en el espacio de la madre-Tierra lleno de Luz tierna. Percibimos el espacio dentro de la Tierra y un pequeño montículo de luz en su superficie, que es el espacio dentro del cuerpo. Desde el espacio dentro de la Tierra, observamos cómo se mueve este montículo de luz en su superficie.

Entramos otra vez con la concentración de la conciencia en los cuerpos. Experimentamos allí la Luz de la Tierra.

Observamos el sol naciente. ¡Lavamos la cara con su luz! ¡Dejamos que la luz sutil de la primavera, de las primeras horas de la mañana primaveral entre a través del rostro en el cuerpo y lo llene completamente!

Dirigimos la mirada hacia arriba a través del sahasrara. Vemos allí una nube de Luz que se ha concentrado sobre nosotros, ¡una Luz dorada chispeante! ¡Levantamos los brazos y con su ayuda hacemos que una ola de esta Luz descienda sobre nosotros!

Observamos cómo la luz de la Tierra y la luz del sol se unen en nuestros cuerpos.